viernes, 24 de septiembre de 2021

La Heredera: Capítulo 13

 —La veré después del juego de las sillas —dijo Pedro con gracia.


—Lo estaré esperando —replicó Paula.


Pedro la miró a los ojos y Paula comprendió que el juego seguía en pie. Resultaba atractivo, arrogante y astuto. Desde luego, Diana se había superado esa noche. De algún modo, los hombres que la acompañaron a los postres resultaron, por contraste, insípidos. Era una locura. Agradeció la señal de su madrastra para que las mujeres abandonaran la mesa. Todas se congregaron en el dormitorio de Diana para retocarse el peinado o realzar el brillo de los labios. Y para hablar de los hombres, desde luego.


—Es un auténtico bombón —dijo Ludmila Larsen.


—Y esta noche su corazón pertenece a Paula —señaló Ivana con malicia.


—Compórtate —la recriminó Paula.


—¿Te has pasado la noche a su lado y aún no estás loca por él? — suspiró Ivana.


—No es mi tipo —dijo Paula, que no podía dejar de pensar en su aire romántico.


—Mamá no podrá soportarlo —rió Ivana.


—Claro que sí.


Ivana se deshizo de su acompañante y fue a sentarse en la otomana que había al fondo de la suntuosa habitación de Diana.


—En serio, mamá se va a disgustar mucho. No tienes ni idea de lo que ha luchado para que accediera a venir esta noche.


—Creía que había sido idea de papá.


—Ya conoces a mamá —dijo Ivana—. Seguramente, creyó que sería más fácil así. Solo sé que lleva planeando este encuentro durante semanas. Él ha rechazado un montón de invitaciones. Por eso esperó al último momento para invitarte.


—Ya entiendo —suspiró Paula.


—¿Y ni siquiera se te ha acelerado el pulso un poquito, ni un segundo?


Paula no estaba dispuesta a confesar que se había sentido desnuda frente a él; ni que su corazón había retumbado como un martillo pilón durante más tiempo del que nunca podría admitir. Así que adoptó el tono más frío que pudo.


—¿Qué pulso?


—No me salgas con esas —resopló Ivana—. Eres tan dulce como mamá y yo.


—No en lo referente a presuntos vuelcos al corazón —dijo Paula con paciencia.


—No te creo.


Paula rodeó a su hermana por la cintura y la llevó hasta el espejo de cuerpo entero. Aparte de la cicatriz, su traje azul marino resultaba todavía más serio frente a los hombros desnudos de Ivana. Su hermanastra apenas le llegaba a la barbilla. Era menuda, frágil y extraordinariamente bonita. Ivana se separó un poco.


—Estás un poco pálida —reconoció, ajena a cualquier otra diferencia.


Paula no pudo reprimir una carcajada.


—Te juro que me puse un poco de maquillaje, pero me he lavado la cara y me temo que ha desaparecido.


—¿Cuándo te has marchado corriendo de la mesa? —preguntó Ivana—. Me he dado cuenta. Y no parecía que Cristian tuviese nada que ver. Más bien creo que Pedro te ha hecho enfadar.


Paula no respondió.


—No deberías hacerle mucho caso —continuó Ivana—. Se implica tanto en las discusiones que no se controla, pero no tiene mala intención.


Paula la miró con incredulidad. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario