miércoles, 8 de septiembre de 2021

El Candidato Ideal: Capítulo 47

El viaje de golf con los socios del bufete. Nunca antes había sido invitada. Pero tendría que estar con Pedro a solas, lejos de casa y de la estabilidad. Demasiado... Tal vez deseara revivir el placer celestial de aquel beso, o tal vez se hubiera dado por satisfecha...


—No, no creo que pueda... —dijo ella sacudiendo la cabeza.


—No seas tonta. Es tu oportunidad para estar con los peces gordos —la obligó a levantar la cabeza poniendo un dedo bajo su barbilla—. Y tal vez puedas conseguirme a una loca del golf, a una caddie o quién sabe. A la prensa le encantaría: «se conocieron en un romántico viaje de golf»



—Pedro...


—Vete a casa, acuéstate pronto y pasaré mañana temprano a buscarte.


Cerró la puerta con cuidado y ella bajó de nuevo a la tierra. ¿Qué había hecho? Justo el día que Antonio volvía, se lanzaba en brazos de otro hombre. Cierto era que ella y Antonio eran libres hasta que ella tomara una decisión, pero... Se pasó un dedo por los labios; su marca aún estaba allí. Pedro había dicho una vez que había sufrido, y ahora sabía que era cierto y que ella podía ayudarlo. Pero, ¿Significaba eso que tuviera que hacerlo? ¿incluso si significaba lanzarse a los brazos de aquel hombre para renunciar a todo lo que había construido con tanto esfuerzo? Pero él era distinto, le había llegado al alma y cuando estaba con él tenía ganas de reír y llorar a la vez. Y su enorme bondad era su mayor cualidad. Y lo amaba por ello. Se tapó la boca con una mano, como si hubiera dicho las palabras en voz alta. No lo amaba, ¿En qué estaría pensando? Apenas le gustaba, de hecho. Pero entonces, ¿Por qué se planteaba la posibilidad de dejarlo todo por él si no era por amor? Paula lo vió alejarse hacia su coche y tuvo que admitir que Karen tenía razón. Aparte de las miles de cosas buenas que tenía, daba gusto mirarlo por detrás. Media hora después, escuchaba complacida los crujidos y gemidos del ascensor de su edificio. Se sentía orgullosa de haber convencido a los propietarios de restaurarlo y no sustituirlo. Un ascensor nuevo habría tenido hilo musical, y conociendo su suerte, seguro que hubiera sonado Dean Martín. Tenía un mensaje en el contestador. Al oír su voz, se llevó la mano al estómago como si eso pudiera evitar el colapso inminente que estaba a punto de sufrir.


—Paula, soy Pedro. Hay otra cosa que quiero añadir a la lista de condiciones no negociables —se detuvo un instante y ella creyó que estaba a punto de desmayarse—. Ella debe beber manzanilla. No sabía lo que me perdía.


El contestador saltó y se rebobinó automáticamente. Paula se dejó caer en el sofá recordando que Pedro no había tomado manzanilla... Sólo ella. ¿Cómo podía negar que le importaba? Aquella voz tan sensual hacía que se sintiera a punto de contraer una gripe: le dolía la cabeza, le subía la temperatura, se sentía débil y falta de aliento. Tenía que ser eso: O aquel chico era pernicioso para su salud o estaba enamorada de pies a cabeza. Lo más probable es que fueran las dos cosas.

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