lunes, 27 de septiembre de 2021

La Heredera: Capítulo 20

La reacción de Paula lo sorprendió. Hubiera esperado una verdadera explosión de cualquier mujer independiente. Sin embargo, ella parecía desconcertada. No dudaba de su independencia. ¿Acaso no sentía respeto hacia sí misma? En el momento en que esa idea cruzó su cabeza, Pedro tuvo la certeza de que había dado en el clavo.


—Parece como si fuera la primera vez que un hombre se sincera con usted —dijo con medida intención.


«Trata de decirme algo», pensó Paula. «¿Qué? Es posible que trate de decirme que no debo enamorarme de él». Se rehizo.


—No es la primera vez —ironizó—. Y si está interesado en mí, no dude en decirme toda la verdad. 


Esta vez fue Pedro quien pareció perdido. Paula saboreó esa breve victoria.


—En el caso de que quiera contratarme, desde luego.


—¿Acaso está usted flirteando conmigo, señorita Chaves?


—Creí que usted era el experto —señaló—. Usted debería saberlo — abrió la cartera y sacó la agenda—. Ahora, le diré lo que haremos —dijo enérgicamente—. Hábleme del negocio.


Pero Pedro no dijo nada. Ella sabía que estaba riendo. Lo miró un segundo de reojo.


—Los problemas del negocio. Los plazos de los distintos proyectos, el personal y todo eso. Después me iré y redactaré una propuesta. Si está de acuerdo, firmaremos —sacó un folleto de la cartera y se lo entregósegún los términos habituales. De lo contrario, no le cobraré nada.


—Puedo decidirme ahora mismo —dijo Pedro. Sus grandes ojos verdes brillaban y sonreían, pero Paula prefirió no mirar.


—Enhorabuena. Yo, en cambio, no puedo.


Paula se recostó sobre la silla giratoria de acero y se dispuso a tomar notas.


—Dígame, ¿De qué forma funciona su despacho? ¿Proyectos individuales o llevan una cartera de clientes? ¿Hasta qué punto decide acerca de los contratos? ¿Y en qué momento...?


Pedro respondió a todo de forma mecánica. Estaba impresionado. Ella se mostraba tan brillante, tan segura, tan perspicaz y tan inconsciente... Ni siquiera notaba las chispas que saltaban entre ellos. O puede que sí, pero no transmitía nada. No creía que fuera una cuestión de cobardía. Eso le recordó la idea de la baja autoestima de Paula. Resultaba asombroso. Necesitaba una aventura con un hombre que no la dejara tomarse la vida demasiado en serio. Alguien como él. Pero temía herirla. No era la clase de chica con las que acostumbraba a salir. Se paró a pensar en ello un momento. Al fin y al cabo, había expuesto sus términos. Ningún compromiso más allá del día a día. Los impulsos amorosos no eran para ellos. Conocía el camino a seguir y confiaba en no tropezar. Pero, ¿Acaso no había tropezado ya? Nunca hablaba acerca de sus orígenes. Y no sabía por qué razón se lo había contado a ella.

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