miércoles, 29 de septiembre de 2021

La Heredera: Capítulo 21

Afortunadamente, ella no podía sospechar lo inusual de esa confesión. ¿Y si le arrancaba más secretos? Eso era imposible. Nadie podía hacerlo hablar si él no quería. Siguió pensando en ello mientras Paula repasaba concienzudamente toda la estructura de su negocio. Finalmente, concluyó que ella no podría sonsacarlo. No era una decisión fácil. Desde luego, ella y Fernando podrían ayudar a Pedro. Estaba bastante segura de ello. Y él podía permitírselo. Se había sorprendido al comprobar la gran reputación que precedía a Pedro Alfonso en todo el mundo. Y no lograba entender cómo era posible que su familia pudiera hacer frente a sus honorarios. Confiaba en el buen sentido de su padre a la hora de afrontar los negocios. Si se hubiera tratado de cualquier otro, no hubiera dudado un instante en aceptar el encargo. Pero se trataba de Pedro Alfonso y no quería pasar ni un solo minuto a su lado. Y mucho menos, varios días seguidos. ¿Por qué razón Diana había insistido tanto en que se conocieran? Paula no podía explicarlo. No tenían nada en común. De hecho, parecía empeñado en herir su susceptibilidad a la menor ocasión. Finalmente, decidió consultarlo con Fernando.


—¿Qué opinas?


Era mayor que ella y llevaba toda la vida en el negocio. Sopesó el problema.


—Creo que podríamos hacernos con un sitio en el negocio. Si conseguimos que De la Court y Alfonso firmen con nosotros, tendremos en nómina dos pesos pesados.


—Temía que dirías eso —apuntó Paula.


—¿No te sientes capaz?


—No se trata de eso...


—Entonces no lo pensemos. No podemos desaprovechar una oportunidad así.


—Está bien —suspiró Paula. 


Esa misma noche se sentó en la mesa de despacho de su casa y redactó la propuesta. Mandó por correo electrónico el texto, con la sensación de estar quemando las naves. Sonó el teléfono. Era Ivana.


—¿Podríamos vernos? La otra noche apenas pudimos hablar.


—Claro —dijo Paula con sorpresa y añadió—: ¿Se trata de tu nueva conquista?


—No —respondió—, no se trata de eso. He pensado que podrías darme algunos consejos.


—¿Aconsejarte?


Ambas sabían el origen de la sorpresa. Ivana había tenido una adolescencia dulce y plácida, sin cicatrices ni rebeliones. Sus relaciones con el sexo opuesto siempre habían fluido sin la menor aspereza. Por el contrario, Paula había sufrido todo tipo de penalidades y todo lo relacionado con los hombres siempre se le había atragantado.


—Esta vez he encontrado a un hombre muy complicado —admitió Ivana, con tristeza y cierto dolor.


—Son mi especialidad —aseguró Paula—. Pero no sabría decirte cómo manejarlos.


—Podrías decirme qué es lo que no debo hacer.


—¡Vaya! —exclamó Paula—. Sí, supongo que sí. ¿Quieres aprender de mis errores?


—Ya has hecho bastante —señaló Ivana sobriamente.


Pero Paula no se sentía satisfecha. Ivana siempre la había apoyado, y se había volcado con ella cuando Julián Gould había decidido que ella dedicaba demasiado tiempo a su trabajo. 

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