lunes, 2 de marzo de 2020

Cambiaste Mi Vida: Capítulo 8

—Llevo conduciendo por estas carreteras desde antes de cumplir los dieciséis. Puedo enfrentarme a un poco de nieve.

—Estoy seguro de que sí. Pero no quiero que seas tú la próxima en necesitar puntos.

—Es improbable, pero gracias por su preocupación. Y por todo lo que ha hecho hoy. Siento que no pueda ver a sus hijos.

—La clínica está cerrada mañana. Podré pasar todo el día con ellos. Supongo que tendremos que ir a buscar una casa de alquiler en algún lugar. De lo contrario, la señora Michaels va a formar un motín, lo cual sería una pesadilla.

Paula abrió la boca, volvió a cerrarla y a él le dió la impresión de que estaba debatiendo algo consigo misma.

—En el River Bow tenemos una casa de capataz vacía que podrían usar. No es nada elegante, pero está amueblada. Solo tiene tres dormitorios, pero, si usted se queda con una y la señora Michaels con otra, los niños podrán compartir la tercera habitación.

—Un momento. ¿Por qué conoces a la señora Michaels? ¿Y quién te ha dicho que estábamos buscando casa?

—Nos conocimos antes en la sala de espera. Sabía que se alojaba en el hotel porque mi cuñada Laura es la dueña. Su ama de llaves mencionó que tal vez buscaran algo. A mí se me ocurrió inmediatamente la casa de nuestro rancho. Ahora no la usa nadie, aunque yo me paso una vez a la semana para limpiar el polvo. Como ya le he dicho, no es gran cosa.

—Podríamos apañarnos. ¿Estás segura?

—Tendré que preguntarle a mi hermano primero. Aunque el rancho es de los cuatro, Federico es quien está realmente al cargo. Pero no creo que diga que no. ¿Por qué iba a negarse?

—Estoy asombrado, Paula. ¿Por qué ibas a ofrecerle eso a un completo desconocido?

—Ha salvado a mi perro —respondió ella sin más—. Además, me ha caído bien la señora Michaels y creo que ya está cansada de vivir en un hotel. ¿Y cómo va a encontrar Santa Claus a sus hijos en un hotel, por bonito que sea? Deberían tener una casa en condiciones para pasar las Navidades. Una casa donde puedan jugar.

—Estoy de acuerdo. Ese era el plan desde el principio, pero las circunstancias no han ayudado.

—Aún tengo que hablar con Federico. Le diré la respuesta cuando venga por la mañana a ver a Luca.

—Gracias.

Le dirigió una sonrisa vacilante justo cuando cambiaba la luz de la luna. La luz combinada con su sonrisa logró que pasara de ser guapa a ser extraordinariamente hermosa.

—Buenas noches. Gracias de nuevo por todo.

—De nada.

Pedro la vió marchar en la oscuridad. Cuando había decidido comprar la clínica de Eduardo Harris, buscaba una comunidad tranquila en la que criar a sus hijos, un lugar donde pudieran instalarse y formar parte de las cosas. Pine Gulch ya le había dado más sorpresas de las que esperaba; y sospechaba que Paula Chaves podría ser una de ellas.

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