miércoles, 18 de marzo de 2020

Cambiaste Mi Vida: Capítulo 41

Tras recoger la mesa, empezaron a llegar las demás amigas de las niñas. Paula metió en el horno las bandejas de galletas que Abril y ella habían dejado preparadas, sus hermanos salieron a enganchar los caballos al carro de heno y los demás empezaron a ponerse los abrigos. Cuando sacó las galletas del horno, recorrió la casa recopilando todas las mantas que pudo encontrar. Mientras bajaba las escaleras con un montón de mantas, vio por los ventanales que la nieve caía con menos fuerza. La luz de la luna asomaba por entre las nubes y hacía que todo se volviera azulado. Era asombroso desde dentro. Podía imaginarse lo bonito que sería ir montada en el carro, con el aire frío en la cara y las risas de los niños a su alrededor. Casi sintió no ir con ellos. Casi. Siguió bajando las escaleras e hizo todo lo posible por evitar el contacto visual con Pedro, que estaba ayudando a Franco a ponerse las botas.

—Paseo en trineo. Paseo en trineo. Paseo en trineo —canturreaba Sofía, envuelta en un traje de nieve rosa con flores naranjas.

Paula no pudo evitar reírse.

—Vas a pasártelo muy bien, bichito —le dijo antes de darle un beso en la nariz.

Quería a todos los niños de la familia, pero la dulce y vulnerable Sofía ocupaba un lugar especial en su corazón.

—Ven tú también —dijo Sofía.

—Oh, cariño. Yo no voy. Estaré aquí cuando regresen.

—¿Qué quieres decir con que no vienes? Claro que vienes —dijo Federico—. ¿Dónde está tu abrigo?

—En el armario. Y allí se queda. Supongo que alguien tendrá que quedarse aquí. Mantener el fuego encendido y todo eso.

—No te preocupes por eso —contestó Brenda—. Ya me he encargado.

Fue entonces cuando Paula se dió cuenta de que su cuñada no llevaba tampoco el abrigo puesto.

—¿Por qué no vienes tú? —le preguntó Federico.

—Mañana tengo juzgado y tengo que trabajar un poco antes. Además, para ser sincera, ir dando tumbos de un lado para otro en un carro no creo que sea lo más adecuado para… bueno, para el bebé.

Todos se quedaron mirándola durante unos segundos.

—¿Un bebé? —preguntó Laura—. ¿Vas a tener un bebé?

Brenda asintió y David la abrazó con fuerza antes de darle un beso en la coronilla.

—¿Cuándo? —preguntó Paula.

—En junio —declaró Gabi con orgullo—. ¡Me moría por contárselo a todos! He tenido la boca cerrada, ¿Ves, David? Decías que no podía. ¡Ja!

—Lo has hecho muy bien —dijo David—. Íbamos a contarlo durante la cena, pero no ha surgido el momento adecuado.

—Nunca hay un mal momento para una noticia así —intervino Federico—. Enhorabuena. Otro Chaves. Justo lo que el mundo necesita.

Pasaron los siguientes minutos entre abrazos, besos y buenos deseos. Incluso Pedro les dió la mano y un beso en la mejilla a Brenda, a pesar de haberla conocido esa misma tarde.

—Es una noticia maravillosa, ¿Verdad? —le preguntó Paula a Sofía mientras la abrazaba—. Vas a tener un nuevo primo.

—Me gustan los primos —respondió Sofía.

—A mí también, bichito.

Cuando Paula logró atravesar la multitud, le dió un abrazo a Brenda.

—Estoy deseando volver a ser tía. Me alegro mucho por los dos.

—Gracias, cariño —respondió Brenda devolviéndole el abrazo.

—Razón de más para quedarme aquí y hacerte compañía, por si necesitas algo.

—Eres el colmo de la amabilidad, Paula —dijo su cuñada—. O eso, o estás intentando evitar a cierto veterinario arrogante y maleducado.

—Bueno, también eso —admitió Paula.

—Lo siento, cariño. Me encantaría ayudarte, pero creo que Federico necesitará tu ayuda con tantos niños. Además, no creo que sea buena idea seguir evitándolo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario