viernes, 13 de marzo de 2020

Cambiaste Mi Vida: Capítulo 32

Su hija agarró la bolsa y salió corriendo mientras él levantaba a su hijo y se lo subía a hombros para recorrer el resto del camino. Al atardecer, la casa del rancho estaba iluminada con luces que colgaban de los aleros y alrededor del porche. La gente de la costa pagaría mucho dinero por poder pasar la Navidad en un rancho de ganado pintoresco como aquel. Había varios vehículos desconocidos aparcados en la entrada de la casa, y Pedro experimentó de nuevo esa incomodidad. Si no fuera por el entusiasmo de sus hijos, probablemente se hubiera dado la vuelta para regresar a su casa. Valentina llegó al porche antes que ellos y subió los escalones para llamar al timbre. Mientras Pedro y Franco llegaban hasta el porche, una mujer que no conocía abrió la puerta.

—Tú debes de ser el nuevo veterinario. Federico mencionó que iban a venir. Hola. Soy Brenda Chaves, estoy casada con David. Adelante, entren.

Pedro entró y se entretuvo quitándoles a sus hijos los abrigos, los guantes, los gorros, las bufandas y las botas. Brenda lo recogió todo y lo guardó dentro de un enorme armario situado bajo la escalera de madera.

—¿Tú eres la madre de Gabi? —preguntó Valentina mientras se quitaba las botas sentada al pie de la escalera.

—De hecho soy su hermana mayor. Es una larga historia. Pero supongo que, a todos los efectos, soy su madre.

Una historia intrigante. Pedro se preguntó cuáles serían los detalles, pero decidió que no importaba. Obviamente Brenda se había hecho cargo de su hija y no pudo evitar pensar que le resultaba admirable.

—¿Dónde está Gabi? —preguntó Valentina.

—Abril y ella están por aquí, en alguna parte. Estarán encantadas de verte. Llevan una hora esperando con impaciencia a que llegues.

Valentina sonrió entusiasmada. Tal vez estar en el rancho durante unas semanas junto a su amiga fuese algo bueno para ella. Quizá eso le hiciese aceptar por fin que se había mudado a Idaho, lejos de sus abuelos.

—La última vez que las he visto, estaban jugando a un videojuego en el estudio. Está al final del pasillo y a la izquierda.

Valentina salió corriendo seguida de Franco.

—Creo que la cena está casi lista —le dijo Brenda a Pedro—. Ven al salón. Seguro que alguno de los chicos podrá ofrecerte algo de beber.

Le condujo hasta una enorme habitación dominada por una pared de ventanales y el enorme árbol de Navidad que había visto brillar desde fuera al acercarse. ¿Dónde estaba Paula? Su hermano Federico se le acercó de inmediato con una cerveza fría.

—Hola, doctor Alfonso. Me alegra que hayas podido venir.

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