viernes, 27 de marzo de 2020

Cambiaste Mi Vida: Capítulo 63

Tres días más. Paula podría sonreír, charlar y fingir que le gustaba la Navidad durante tres días más. Menos de tres en realidad. Dos y medio. Era domingo por la noche, el día antes de Nochebuena. Le quedaba esa noche, Nochebuena y después Navidad. Después podría olvidarse de otras Navidades más. De acuerdo, eso no incluía la semana previa a Año Nuevo, pero no iba a pensar en eso. Cuando pasaba el día de Navidad en sí, normalmente lograba relajarse y disfrutar del resto de las fiestas y del tiempo que pasaba con su familia. Por el momento tendría que sobrevivir a aquella noche en particular. Salió de su dormitorio con sus mejores pantalones negros y una blusa de seda blanca que solo se había puesto en una ocasión, en la cena anual de ganaderos de hacía unos años. Como complemento llevaba un collar triple de cuentas de cristal que había comprado en una feria de artesanía aquel verano. Eso era todo lo elegante que podía ponerse. ¿Sería demasiado? ¿O quizá no? No le gustaba tener que elegir el vestuario para las fiestas, y menos para aquella. Desearía poder quedarse en casa con un gran cuenco de palomitas y ver algo en televisión que no fuera un especial navideño. Todos los años encontraba una excusa para no ir a la fiesta que Walter y Analía McRaven celebraban en su casa de Cold Creek, pero ese año Abril les había rogado una y otra vez a Federico y a ella. Finalmente su hermano se había resignado a su destino y había accedido a ir. Aunque sabía que era ridículo, Paula se había sentido obligada a ir con ellos. No le entusiasmaba la idea de la fiesta, salvo por la comida. Analía era una cocinera excelente y organizaba eventos por todo el condado. Sin embargo su amiga solía excederse un poco en Navidad. A su marido también le pasaba. Su casa estaba decorada hasta el más mínimo detalle en Navidades, y a la pareja le encantaba celebrar fiestas para sus familiares y amigos. Se dijo a sí misma que podría hacerlo. Le quedaban menos de setenta y dos horas. Con eso en mente, se dirigió hacia la cocina para recoger los dos pasteles de manzana que había horneado esa mañana y encontró allí a Abril y a Federico.

—¡Oh, estás preciosa, tía Paula! —exclamó Abril.

—Es cierto, hermanita —convino Federico con una de sus escasas sonrisas—. Demasiado elegante para ir con nosotros.

Su hermano llevaba una camisa y una de sus corbatas favoritas, mientras que Abril llevaba sus mejores vaqueros y un jersey que habían comprado en Jackson la última vez que habían ido de compras juntas. Por el cuello del jersey, Paula vió que asomaban las tiras de su traje de baño.

—¿Vas preparada para nadar?

Los McRaven tenían la única piscina privada interior de todo el pueblo y era un éxito entre los niños de la zona. Abril levantó de la mesa una bolsa de redecilla.

—Lo tengo todo aquí. Estoy deseándolo. He oído que es una piscina increíble. Eso es lo que me han contado Rocío y Clara. Espero que Kevin Wheeler no se ponga muy pesado. Puede llegar a ser una lata.

Kevin era el hijo del primer matrimonio de Analía, que había terminado con la trágica muerte de su marido varios años atrás. Walter McRaven los había adoptado a él, a sus dos hermanos mayores y a su hermana pequeña tras casarse con Analía. Ahora tenían un bebé en común.

—¿Estamos todos listos?

—¡Yo sí! —exclamó Abril antes de ponerse el abrigo.

—Estoy todo lo lista que puedo estarlo —murmuró Paula.

Federico le dirigió una mirada compasiva mientras levantaba uno de los pasteles para llevarlo al coche. Al acercarse a la casa, vieron que había coches estacionados a ambos lados de la entrada. Parecía que medio pueblo estuviera dentro de la casa. Reconoció el coche de David y la camioneta de Iván. Aparentemente, incluso habiendo cancelado la cena familiar de los domingos por una ocasión especial, los Chaves no podían estar separados.

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