viernes, 20 de marzo de 2020

Cambiaste Mi Vida: Capítulo 49

Aquello era ridículo. Podría soportar una revisión de quince minutos con el veterinario, sin importar lo sexy que fuera. Con esa determinación en mente, se dirigió hacia el maletero del coche con la correa de Luca. Pero los border collies eran perros listos, y el animal sentía la misma reticencia que ella a entrar en la clínica. Se resistió a que le pusiera la correa y retorció la cabeza de un lado a otro. Paula imaginaba que aquel edificio representaba para él el miedo y el dolor. Lo entendía perfectamente, pero eso no cambiaba el hecho de que tendría que entrar de todos modos. Si ella entraba, él entraba.

—Vamos, Luca. Tranquilo. Vamos, chico.

—¿Algún problema?

El corazón se le aceleró al oír aquella voz familiar. Se dió la vuelta y allí estaba él.

—Parece que tienes un paciente un tanto reticente —respondió ella.

—Es algo común. Te he visto desde la ventana y pensé que sería algo de eso.

—No quería tirar de él por miedo a hacerle daño.

—¿Puedo? —preguntó Pedro señalando el cajetín.

—Desde luego.

Se quitó de en medio, él se acercó y se asomó al cajetín.

—Hola, Luca. ¿Cómo estás? —habló con una voz suave y calmada que le provocó un escalofrío en la columna. Si alguna vez utilizara esa voz con ella, se volvería un amasijo de hormonas descontroladas.

—¿Quieres entrar? Ese es mi chico. Vamos. Sí. No tienes nada de lo que preocuparte.

Luca se rindió al encanto de aquella voz y se quedó quieto mientras Ben le ponía la correa y lo ponía con cuidado en el suelo.

—Se mueve bien. Eso es buena señal.

Luca se limitó a levantar una pata contra el neumático del coche, por si acaso otras criaturas de la zona se preguntaban a quién pertenecía. Pedro no pareció sorprenderse. Sin duda sería algo común en su trabajo. Cuando el perro terminó, los condujo hacia la puerta lateral que tantas veces había utilizado ella cuando trabajaba para el doctor Harris.

—Vayamos directos a la consulta. He tenido un descanso entre pacientes esta mañana y estoy a su disposición. Ya nos encargaremos después del papeleo.

Paula se dejó caer en una silla mientras él empezaba a examinar al perro. Intentó ignorar en todo momento aquella voz suave y el trato amable que le daba al animal. En su lugar, se concentró en la lista de cosas que tenía que hacer antes de Nochebuena, para lo que quedaba menos de una semana.

—Todo parece estar bien —anunció Pedro finalmente—. Progresa mucho más rápidamente de lo que esperaba.

—Buenas noticias. Gracias.

—Si te parece bien, me gustaría dejarle los puntos unos días más. Intentaré pasarme durante las fiestas para quitárselos.

—No quiero que te tomes tanta molestia. Probablemente pueda quitárselos yo. Ya lo he hecho antes.

—Sí que tienes experiencia —comentó él.

—Casi todos los que crecen en un rancho tienen los conocimientos básicos de veterinaria. Es parte de la vida. Cuando trabajé con el doctor Harris fui un poco más allá, nada más.

—Si alguna vez quieres otro trabajo, me vendría bien un técnico con experiencia.

Eso sería un desastre. Apenas podía pensar con claridad cuando estaba con él. No quería ni imaginarse el caos que podría causar intentando ayudarle en un entorno profesional.

—Lo tendré en cuenta.

—De hecho, necesito un favor. Un consejo, en realidad. Tú conoces a casi todo el pueblo, ¿Verdad?

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