miércoles, 4 de septiembre de 2019

Deseo: Capítulo 6

–No me había dado cuenta de que tuvieras conciencia. Y no es necesario que me recuerdes cuál es mi trabajo porque lo sé muy bien.  Sin embargo, no es parte de mi trabajo dar explicaciones a tus novias cuando llaman a la casa porque tú no contestas a las llamadas al móvil. Y tampoco forma parte de mi trabajo consolarlas cuando se deshacen en lágrimas porque creían que significaban algo para tí y no comprenden por qué las has dejado.

Pedro frunció el ceño.

–Cosa que ocurre con frecuencia, ¿No? –preguntó él.

Paula vaciló antes de contestar.

–No con frecuencia –admitió ella–. Pero ha pasado en una ocasión antes de esta , con la actriz pelirroja que pasó aquí un fin de semana justo cuando yo vine a trabajar aquí. Y ahora es la señorita Benson.

–No, no es nada parecido –respondió él–. Brenda es una teatrera, uno de los motivos por el que rompí con ella hace unas semanas – Pedro apretó la mandíbula–. Y tú y yo continuaremos esta charla cuando acabe de aclarar la situación con ella de una vez por todas.

Pedro cerró de un portazo la puerta de la cocina y Paula se mordió los labios. La furibunda mirada que él le había lanzado era una advertencia de que se había extralimitado, que había sobrepasado la frontera entre jefe y empleada, y que podía esperar una confrontación cuando volviera. Paula sabía que la vida íntima de Pedro no era asunto suyo, que no tenía derecho a hacer comentarios al respecto. Quizá fuera a despedirla. El corazón se le encogió al pensar en esa posibilidad.

–¡Idiota! –murmuró para sí.

Aquel era el mejor trabajo que había tenido en su vida. ¿Por qué no se había guardado su opinión para sí misma? La cuestión era complicada. En primer lugar, se sentía algo baja de ánimo desde aquella mañana, desde que su madre llamó para decirle que Javier y Nadia habían tenido un bebé.

–Una niña –y al momento, le habían dado ganas de volver a casa, de ir al lado de las personas importantes para ella–. Como antes o después ibas a enterarte, me ha parecido que debía decírtelo.

Así que Javier era padre. Al parecer, ahora sí había querido tener un hijo, pensó ella con amargura. Y tras la conversación con su madre, se había encontrado abrumada con los recuerdos del pasado. Había combatido su desanimo con el trabajo. Sin embargo, al sugerir Diego que tomara en los brazos al pequeño Joaquín, había tenido que marcharse de allí a toda prisa antes de perder la compostura. Y seguía deprimida cuando Brenda Benson había entrado en la cocina, hecha un mar de lágrimas, y le dijo que Pedro le había engañado al hacerla creer que lo que había entre los dos era serio. Por supuesto, se había compadecido de Brenda. Ella también sabía lo que era que le rompieran a una el corazón y destrozaran sus sueños.

Paula comenzó a meter en el lavavajillas los cacharros que había utilizado para preparar un pollo estilo tailandés, aún pensando en Pedro. No comprendía por qué le atraía tanto ese hombre. El sonido de unos pasos en el pasillo la hicieron ponerse tensa. Alzó la barbilla con gesto desafiante en el momento en que la puerta de la cocina se abrió y Pedro entró. No se había extralimitado al recordarle que sus tareas como cocinera no incluían consolar a sus ex novias, se aseguró a sí misma.

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