lunes, 9 de septiembre de 2019

Deseo: Capítulo 17

Pero... ¿No sería que Paula había decidido seducir al actor? Pedro apretó los dientes. Su tímida e introvertida cocinera se había transformado en una mujer segura de sí misma que estaba atrayendo la atención de todos los hombres allí presentes. ¿Cómo se le había ocurrido la locura de llevarla allí con ese vestido? Se preguntó mientras cambiaba de dirección, hacia la pista de baile en vez de al bar. Debería haberse dejado guiar por el instinto y haberla llevado a su habitación.

Paula estaba pasándolo en grande. Los halagos de Fernando Clavier habían hecho milagros con su ego, y estaba considerando en serio la oferta de trabajo. Si se iba al Caribe, se olvidaría de Pedro. Aunque a él no le había impresionado su vestido, a muchos otros sí. No había dejado de bailar. Aunque su actual pareja de baile era una especie de pulpo y tuvo que apartarle una mano de su pecho para volver a colocársela en la espalda.

–Venga, cielo, vámonos de aquí –Marcos Vance, el famoso actor al que Paula nunca había visto, tiró de ella hacia sí–. Tengo el coche estacionado enfrente de la entrada.

–¡No! –Paula intentó apartarse de él–. Suéltame, por favor.

–Yo que tú haría lo que la señorita te ha dicho –dijo una voz que Paula reconoció al instante.

Y, en un abrir y cerrar de ojos, Pedro tiró de ella y, de repente, se encontró pegada al sólido y duro pecho de él. Paula se tambaleó cuando la hizo girar al son de la música.

–Gracias por rescatarme –dijo ella con voz temblorosa–. Ese hombre se estaba extralimitando.

–¿Te extraña? –Pedro le lanzó una mirada incisiva y ella se dio cuenta de que estaba furioso–. Estabas coqueteando e insinuándote a él, es natural que pensara que te había conquistado.

–Yo no me estaba insinuando –respondió ella, furiosa y ofendida–. Solo estaba bailando con él.

Pedro lanzó una carcajada.

–¿En serio no te has dado cuenta del efecto que estás teniendo en todos los hombres que están aquí esta noche?

Paula estaba resistiendo la tentación de apoyar la cabeza en el hombro de Pedro y disfrutar la sensación de estar en sus brazos.

–¿A qué te refieres? –murmuró ella, y descubrió que, al alzar la cabeza para mirarlo, su boca quedó a apenas unos centímetros de la de él. Deseó que Pedro la besara. Anhelaba sus sensuales labiossobre los suyos. Inconscientemente, se pasó la lengua por los labios para humedecérselos.

–A que a Vance y probablemente al resto de los hombres aquí presentes se les ha ocurrido en un momento u otro la idea de quitarte el vestido para deleitarse la vista con tu voluptuoso cuerpo desnudo – respondió él con dureza.

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