lunes, 9 de septiembre de 2019

Deseo: Capítulo 16

–Así que usted es Paula Cahves. He oído hablar mucho de usted.

–¿Sí? –Paula no daba crédito a lo que oía.

–Sí, desde luego. Si no me equivoco, se encargó del almuerzo del banquete de boda de la hija del conde Lansford.

–Sí –contestó Paula, recordando el almuerzo de cuatro platos para trescientos invitados en el palacete del conde en Hampstead, que ella había preparado cuando trabajaba para una empresa de catering.

–¡Pedro!

Al oír aquella voz, Pedro se dió media vuelta y saludó a una persona a cierta distancia de donde estaban ellos.

–Te dejo con Fernando para que hablen –le murmuró él a Paula–. Hasta luego.

Paula le vió caminar hacia la escultural rubia antes de volver la atención a Fernando Clavier.

–Yo estuve en la boda como invitado –le dijo Fernando–. La comida fue sensacional. Todos y cada uno de los platos divinos. Es una auténtica cocinera, ma chérie, y la pasión que siente por la comida se nota en sus creaciones.

Paula enrojeció al instante. Era maravilloso que alguien como Fernando Clavier la elogiara.

–Gracias –respondió ella tímidamente.

–¿Ha oído hablar de mi restaurante, La Petite Maison, en Knightsbridge?

–Sí, claro. Incluso trabajé allí un día, cuando estudiaba, para hacer prácticas, señor Clavier.

–Después de probar su comida en el banquete de la boda de Karen Lansford... En fin, me gustaría que viniera a trabajar conmigo.

Paula se quedó sin habla durante unos segundos.

–¿De cocinera en su restaurante?

–Sí. Pero no en La Petite Maison, sino en el restaurante que espero abrir pronto en Santa Lucia.

De nuevo, Paula se quedó sin saber qué decir.

–Santa Lucía está en el Caribe –dijo Paula muy despacio.

–Sí, así es. Mi restaurante está en la playa, una playa de arena blanca, mar color turquesa y palmeras. ¿Le gustaría trabajar en el paraíso, Paula?

–No sé... Ya sé que suena maravilloso, por supuesto, pero... – Paula se llevó las manos al rostro–. Tengo un trabajo, aquí, en Inglaterra.

El francés encogió los hombros antes de ofrecerle su tarjeta de visita.

–El restaurante de Santa Lucía no se va a abrir hasta dentro de unos meses, así que no tiene que tomar una decisión todavía. Piénselo y, si está interesada, llámeme por teléfono para hablar.

–Sí, sí, desde luego. Lo haré.

–Bon –Fernando sonrió–. Y ahora, ¿Me haría el honor de bailar conmigo?

Un rato después, Pedro se dirigió al bar abriéndose paso entre los invitados y preguntándose dónde se había metido Paula. La había visto a ratos, primero bailando con Fernando Clavier y luego con un par de tipos que no conocía. Miró a su alrededor y, por fin, la vió. Estaba bailando con un atractivo y joven actor que trabajaba en una famosa serie de televisión. El actor tenía fama de mujeriego y, a juzgar por cómo reía y coqueteaba con ella, parecía decidido a conquistarla.

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