viernes, 6 de septiembre de 2019

Deseo: Capítulo 11

–Yo estaba muy unido a mi abuela. La adoraba –en el momento en que esas palabras escaparon de sus labios, se preguntó por qué había hecho semejante confesión a su cocinera cuando jamás le había dicho nada tan personal a ninguna de sus amantes–. Murió el año pasado, tenía noventa y dos años.

–¿Vivía con el resto de tu familia, en Norfolk? He mirado en Internet y me he enterado de que la familia Alfonso  posee una finca y un palacete cerca de Kinas Lynn –admitió Paula, enrojeciendo visiblemente al ver la expresión de sorpresa de él.

–No. Mi abuela Sara era mi abuela italiana. Vivía en la Toscana, donde yo nací. Hace años mis abuelos compraron un antiguo monasterio en ruinas con la idea de rehabilitarlo y vivir ahí. Cuando, al poco de comprarlo, mi abuelo murió, todos supusieron que Sara iba a venderlo; pero ella se negó a marcharse de allí y se encargó personalmente de vigilar la rehabilitación. Dijo que Casa di Colombe, la Casa de las Palomas, era un monumento a su marido.

–Qué bonito –dijo Paula con voz queda–. Debes echarla mucho de menos.

–Todos los veranos pasaba el mes de julio en la Toscana. Este es el primer año que mi abuela no va a estar en la casa y se sentirá su vacío.

Pensar en su abuela le emocionó. Después de descubrir la verdad sobre Lucas y enterarse de que Lara le había engañado, su abuela había sido la única persona en quien se había podido apoyar y con quien se había desahogado.

–Pedro... ¿Te pasa algo?

Paula le hizo volver al presente y se dió cuenta de la fuerza con que agarraba la copa de vino.

–¿Te ha sentado mal la salsa? –preguntó ella angustiada–. Sé que tiene un sabor peculiar. Quizá he puesto demasiada hierba limón.

–No, la salsa está muy bien –le aseguró él–. La cena es excelente, como de costumbre.

Entonces, decidido a llevar la conversación por otros derroteros, añadió:

–Has dicho que, de momento, te estás centrando en tu trabajo... ¿Es por eso por lo que te marchaste de Gales hace dos años y viniste a Londres?

–Sí –respondió ella tras un prolongado silencio.

Pedro arqueó las cejas con gesto interrogante.

–Yo... tenía novio –explicó Paula con desgana. Sabía que tenía que explicarse mejor, pero no quería contarle todo. Quizá algún día lograra perdonarse a sí misma por haber sido tan tonta, por haber permitido que Javier la engañara de esa manera–. Rompimos y decidí comenzar una nueva vida.

–¿Por qué rompiste con tu novio?

–Porque... porque él se enamoró de otra –murmuró Paula.

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