lunes, 23 de septiembre de 2019

Deseo: Capítulo 46

–Si sigues trabajando para mí, te prometo muchos incentivos – añadió.

–Pero sospecho que ninguno de esos incentivos me hará progresar en mi profesión, como cocinera –respondió Paula secamente.

Por nada del mundo iba a permitir que Pedro notase lo mucho que le afectaba. Le había hecho el amor con ardiente pasión, pero también había notado un fondo de ternura en las caricias y en los besos de él que podían hacerla creer que había algo más que sexo entre los dos. Por suerte, el sentido común le recordó que no había nada más, que para Pedro era solo sexo. Ahí tumbado, con una sonrisa de satisfacción en los labios, parecía un sultán que acababa de estar con su concubina preferida. La dura belleza de él se le clavó en el corazón, pero no pudo ignorar la arrogancia de su expresión. Estaba acostumbrado a que las mujeres le adoraran y, sin duda, esperaba que ella también le encontrara irresistible y accediera a todos sus deseos, incluido que retirara su dimisión. Por tanto, era de vital importancia que ella impusiera las condiciones de su relación.

–Algún día espero abrir mi propio restaurante y alcanzar los premios más reconocidos como chef –le dijo ella–. Trabajar en un restaurante de Fernando será una gran experiencia para mí, no puedo rechazar su oferta de trabajo.

Debería estar encantado de que Paula no quisiera aferrarse a él, pensó Pedro. Era una suerte que comprendiera que él no quería una relación seria ni prolongada; y, por lo que ella había dicho, así parecía ser. Respetaba que, para ella, fuera importante su carrera profesional. En ese caso, ¿Por qué se sentía irritado e incluso decepcionado por su actitud?   Pedro resistió la tentación de rodearla con los brazos para ver si, después de que la besara y la acariciara, ella seguía tan fría como en ese momento. Al pensar en cómo se había retorcido al sentir la lengua de él en la dulzura del centro de su feminidad tuvo un efecto inmediato en su cuerpo. Pero al darse la vuelta, de cara a ella, le sobrecogió un sentimiento muy distinto. Paula se había quedado dormida, quizá agotada emocionalmente después de haber revivido la traición de su ex novio mientras le contaba lo que había pasado. Disponía de todo un mes para saciar su apetito sexual con aquel delicioso cuerpo, pensó. Sin duda, en un mes conseguiría liberarse de su obsesión por ella.

Paula estaba sola cuando se despertó. Sola, pero en la cama de Pedro. ¿Dónde estaba él? ¿Por qué se había marchado? No sabía qué hacer en ese tipo de situaciones. Estaba a punto de levantarse de la cama cuando la puerta se abrió y Pedro entró en el dormitorio. Iba vestido con unos pantalones vaqueros muy usados y una camisa polo color crema. Guapísimo y completamente despejado, lo que la hizo avergonzarse de acabar de despertarse. Miró el reloj y vió que eran las nueve y media, y el sol se filtraba por las persianas a medio abrir.

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