viernes, 27 de septiembre de 2019

Deseo: Capítulo 51

Pedro se sentó en una silla y la sentó encima de él. La acunó como si fuera una niña mientras ella lloraba. Al cabo de un buen rato, cuando Paula parecía haberse tranquilizado, se aventuró a preguntar:

–¿Era Javier el padre?

–Sí, pero no quería ese hijo –Paula se echó el pelo hacia atrás y se pasó una mano por el rostro–. Me enteré de que estaba embarazada dos semanas antes de la fecha de la boda. Aunque no habíamos hablado de los hijos, supuse que Javier se alegraría. Pero se quedó horrorizado y fue cuando me contó que llevaba meses teniendo relaciones con Nadia y que quería casarse con ella, no conmigo.

Pedro frunció el ceño.

–¿Y no te ofreció casarse contigo al saber que estabas embarazada?

Paula sacudió la cabeza.

–Javier no me quería y no quería tener un hijo conmigo. Acabó confesándome que le había dicho a Nadia que había dejado de acostarse conmigo, lo que era verdad. Hacía tiempo que no teníamos relaciones; pero una noche, después de tomar unas copas... acabamos en la cama y fue cuando lo concebí.

Paula suspiró antes de continuar.

–A Javier lo único que le preocupaba era que Nadia se pusiera furiosa si se enteraba de que él le había mentido y de que se había acostado una noche conmigo. Y me ofreció dinero si abortaba.

Paula lanzó una amarga carcajada.

–Javier había heredado bastante dinero de su padre. Sabía que yo tenía la ilusión de algún día abrir mi propio local, así que me ofreció comprarme un local a cambio de abortar.

–Por eso es por lo que te disgustó tanto que yo te comprara ropa, ¿No? –dijo Pedro, comprendiendo por qué Paula había reaccionado de la forma como lo había hecho–. Pensaste que era a cambio de hacerte mi amante.

Pedro sacudió la cabeza y prosiguió:

–En mi trabajo veo a gente maltratando a personas a las que supuestamente han querido en el pasado, pero que tu ex novio quisiera darte dinero para que abortaras es tremendo. ¡Qué sinvergüenza!

–Los meses siguientes a la ruptura fueron horribles para mí – continuó ella–. En fin, después de perder el niño, decidí marcharme de allí. Por eso me trasladé a Londres, para olvidar.

–Es natural –dijo Pedro con voz queda.

A Paula le sorprendió la compasión que notó en la voz de Pedro.

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