viernes, 27 de septiembre de 2019

Deseo: Capítulo 52

–En cuanto al hombre con el que estabas prometida... –continuó Pedro sacudiendo la cabeza–. Lo único que puedo decir es que te mereces mucho más, que él no te merecía.

–Javier y Nadia están casados y tienen un niño –declaró Paula en tono neutro–. Yo me siento como si lo hubiera perdido todo y no sé si podré volver a fiarme de un hombre lo suficiente como para tener una relación seria.

–No me extraña –eso era exactamente lo que había sentido él cuando Lara le destrozó la vida, pensó Pedro.

Paula suspiró.

–Pero tengo que intentarlo. Quiero tener un matrimonio como el de mis padres y espero tener un hijo algún día –dedicó a Pedro la sombra de una sonrisa–. Es tentador protegerse y evitar exponerse a que a uno le rompan en corazón, pero eso es una cobardía, ¿No?

¡Cobardía! Pedro se puso tenso. No, eso no era una cobardía, era actuar con sentido común. Y eso era justo lo que hacía él, que era realista aunque algo cínico, pero tenía motivos para serlo. Sin embargo, aunque su ex novio se había portado muy mal con ella, Paula estaba dispuesta a arriesgarse a enamorarse aunque eso significara que pudieran volver a destrozarle el corazón. Se la podía tachar de romántica empedernida. Sin embargo, lo que sentía por ella era admiración y respeto.

–Vamos, mia bella –murmuró Pedro al verla parpadear–. Necesitas descansar.

Pedro sospechaba que Paula estaba agotada emocionalmente y la empujó hacia la cama sin que ella protestara. La ayudó a quitarse la bata y a meterse en la cama antes de desnudarse él y acostarse a su lado. Había imaginado que querría dormirse inmediatamente, pero ella se acurrucó a su lado y comenzó a acariciarle el pecho, el vientre... Y una oleada de deseo lo sacudió. Pedro volvió la cabeza y sintió algo indescriptible mientras contemplaba los ojos violeta de ella.

–¿Estás segura de que quieres...?

Paula asintió. No podía explicar por qué se sentía tan aliviada después de haberle contado lo ocurrido con Javier. Era como si, por fin, se hubiera deshecho de una carga muy pesada, de los amargos recuerdos del pasado. Había llegado la hora de mirar hacia delante, de volver a disfrutar la vida. Pedro la hacía sentirse viva y el deseo que veía en sus ojos grises le daban confianza en sí misma.

–Quiero hacer el amor contigo –susurró ella.

Y el corazón le palpitó con fuerza cuando, sin decir nada, Pedro bajó la cabeza y le dió un beso que pronto se transformó en salvaje pasión.

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