viernes, 20 de septiembre de 2019

Deseo: Capítulo 42

Entonces, se ruborizó al ver la penetrante mirada de Pedro.

–Supongo que Javier es tu ex novio galés, ¿No? ¿Qué te hizo?

Por extraño que pareciese, Paula descubrió que quería contarle lo que había pasado.

–Que se estaba acostando con mi mejor amiga y la que iba a ser mi dama de honor en la boda.

–¿Se iban a casar? –Pedro no sabía por qué estaba tan sorprendido.

Se suponía que, si Paula había estado a punto de casarse con su novio, era porque había estado enamorada de él. ¿Seguía enamorada de él?

–Sí. Fuimos novios durante cinco años, pero habíamos empezado a salir juntos antes de hacernos novios. Íbamos juntos al colegio, Javier vivía en la granja de al lado de la nuestra y nos conocíamos de toda la vida. Es decir, creía que le conocía. Creía que íbamos a vivir siempre juntos y que íbamos a estar felizmente casados como mis padres, pero... –Paula tragó saliva–. Pero resultó que, realmente, no le conocía en absoluto.

–Debió ser terrible para tí cuando te enteraste de que tu prometido te era infiel –comentó Pedro con el ceño fruncido.

¿Acaso Paula se había sentido tan traicionada y humillada como él cuando Lara le confesó que tenía relaciones con otro hombre? Eso creía, a juzgar por el dolor que había notado en su voz. Y por irracional que fuera, pensó que le gustaría encontrarse cara a cara con ese galés y darle su merecido.

–¿Qué pasó? ¿Cómo te enteraste? –quiso saber Pedro.

–Dos semanas antes de que se celebrara la boda me confesó que no quería casarse conmigo.

Paula no quiso contarle el doloroso episodio que hizo que Javier admitiera que no la quería. Por lo que suspiró y añadió:

–A mí no se me había pasado por la cabeza que Javier llevara meses teniendo relaciones con Nadia. Ahora, cuando lo pienso, reconozco que las cosas no iban bien entre los dos; pero entonces estaba tan ocupada con los preparativos de la boda que... en fin, suponía que las cosas volverían a su cauce normal después de la ceremonia. Me costó mucho creer que él y Nadia estuvieran teniendo relaciones. Pero eso explicó muchas cosas.

–¿Qué quieres decir?

Paula se encogió de hombros.

–Javier llevaba ya algún tiempo sin que le interesara... –se ruborizó–. Bueno, sin apetecerle acostarse conmigo. Como yo había engordado un par de kilos, lo atribuí a eso. Pasarse el día cocinando no es lo mejor para mantenerse delgada.

Paula recordó lo confusa y humillada que se había sentido en tantas ocasiones cuando Javier se había quedado dormido viendo la televisión.

–Debería haberme dado cuenta de que no quería acostarse conmigo porque se estaba acostando con otra –añadió Paula.

Vió asentir a Pedro y le pareció que él la comprendía, lo que era extraño, ya que no creía que le hubiera rechazado nadie en toda su vida. No era algo que pudiera ocurrirle a un atractivo millonario.

–La infidelidad y la traición es algo horrible –dijo él con voz seca.

Paula se lo quedó mirando, sorprendida por la amargura que había notado en su voz. ¿Cómo podía un playboy comprender el sufrimiento de una traición de amor?

–¿Hablas por experiencia? –preguntó ella.

Pedro tardó unos segundos en responder:

–Digamos que me resultó duro aprender que las relaciones entre hombre y mujer, a pesar de que la sociedad se empeñe en llamarlo amor, son unas relaciones puramente físicas, sexuales.

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