viernes, 26 de octubre de 2018

Polos Opuestos: Capítulo 57

—Deberías ser escritora. Se te da bien inventar cosas, y creo que eso es útil para la ficción —se hundió más en el sofá, negándose a mirarla por miedo a que viera que tenía razón.

—No solo eso —continuó ella—. Has estado melancólico desde que hemos llegado aquí. He conseguido animarte durante un rato. Pero luego he sacado el tema de la navidad. Y el árbol. Y Paula…

—¿Qué?

—Se trata de Paula, ¿Verdad? ¿Qué ha ocurrido?

Había hecho el amor con ella y ella le había rechazado. Pero no podía contarle a su hermana nada de eso.

—No hay nada entre Paula y yo.

 —Pero deseas que lo hubiera —Carolina no estaba preguntando.

—Tal vez deberías dedicarte a la abogacía. O a la psicología.

—Estás intentando distraerme porque llevo razón.

Pedro suspiró.

—¿Existe la posibilidad de que dejes el tema?

—No.

—De acuerdo entonces —miró por la ventana y se concentró en el edificio situado al otro lado de la calle, con las luces de Navidad encendidas—. Me gusta mucho Paula y ella no está interesada.

—¿Por qué no? —preguntó Carolina—. Eres listo y divertido. Me refiero a cuando no estás de mal humor. Negaré haber dicho esto, pero eres bastante guapo. ¿Cuál es su problema?

—La diferencia de edad. Ella quiere un futuro. Cree que yo no puedo tener nada serio, que no me comprometeré por…

—Romina—dijo Carolina con rabia. Entonces abrió los ojos desmesuradamente—. Oh, Dios mío.

—¿Qué sucede?

—Es todo culpa mía.

Pedro se incorporó.

—¿Qué quieres decir? Tú no eres responsable de cuándo nacimos ninguno de los dos.

—No. Pero yo le dije cuántos años tenías. Cuando estábamos donde DJ en Acción de Gracias. Ella estaba haciéndome preguntas sobre tí. Y solo Dios sabe por qué, pero estoy orgullosa de tí. Estaba presumiendo de lo listo que eres y de lo que haces ahora y de todo lo que has conseguido para tener la edad que tienes…

—Así que fuiste tú.

—Sí, pero hay más —su expresión de culpabilidad se intensificó—. Cuando estábamos preparando los regalos para los patriotas, ví a Paula cuando entró. Te vió hablando con Karen y mencionó que parecían muy amigos.

—¿Y?

—Y yo presumí un poco más y dije que no sabía cómo lo hacías, pero que eras amigo de todas tus ex.

—¿De todas?

Carolina asintió.

—Yo no me dí cuenta de que hubiera algo entre ustedes. Fui una estúpida.

Paula estaba interesada desde el principio y, si yo hubiera tenido la boca cerrada, todo habría salido bien. Quizá. Quizá no. Probablemente fuese mejor saber la verdad desde el principio.

—No te tortures, Caro. Es lo que es.

—Tengo que hablar con ella —Carolina apagó la televisión y se puso en pie.

—¿Y qué le vas a decir? Sigue existiendo la diferencia de edad.

—Lo cual no significa nada si amas a alguien. Pero tengo que decirle que tú no usas a las mujeres como si fueran pañuelos de papel.

—¿Qué?

—Ya sabes. Usarlas y tirarlas.

Pedro negó con la cabeza.

—No hables con ella. No creo que sirva para nada bueno.

Carolina se retorció las manos.

—Sé que ya he causado suficiente daño, pero tengo que intentar arreglarlo.

—No puedes.

—Entonces habla tú con ella.

—Ya lo he hecho y no ha cambiado nada —apoyó los codos en las rodillas.

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