miércoles, 3 de octubre de 2018

Polos Opuestos: Capítulo 17

—Qué bonito —dijo Paula con una sonrisa—. Y muy cierto. Muy sabio.

—Y por eso Sonia le dedicó a nuestra madre el Centro Juvenil Ana Alfonso Roots. Nos dejó demasiado pronto, pero su espíritu sigue vivo en este lugar.

—¿Qué le ocurrió a tu madre?

—Un accidente de coche —respondió—. Yo tenía dieciséis años.

 —Oh, Pedro…

Estaba exponiendo un hecho, no buscando compasión, pero no rechazó la mano que Paula apoyó en su brazo.

—Fue hace mucho tiempo.

—¿Cómo lo superaste?

—No muy bien. Intenté crecer deprisa —la madurez no siempre podía calcularse en años, y a él debían darle méritos por tantos kilómetros emocionales—. También era rebelde.

—¿El tatuaje?

—Sí. ¿Quieres verlo?

—Hay menores en la habitación de al lado —le reprendió ella, aunque no pudo evitar sonreír.

—En otra ocasión.

Y se prometió a sí mismo que llegaría la ocasión. Ella no era la única testaruda. Mientras se miraban el uno al otro, el sonido de una guitarra llegó hasta sus oídos desde la sala principal. Rose levantó la cabeza, escuchó y se acercó a la puerta. Él fue tras ella y se colocó lo suficientemente cerca para poder sentir el calor de su cuerpo.

—Es Matías Gunther, el cantante country —su voz sonaba como la de una admiradora.

La estrella del country estaba sentada en el sofá en el centro de la sala con los adolescentes alrededor. Austin estaba acostumbrado a verlo y la sensación de asombro ya se le había pasado.

—Sí, viene mucho para estar con los chicos. Creo que está intentando redimirse por lo que ocurrió.

Paula se quedó mirándolo.

—Te refieres a la adolescente que quedó atrapada entre una muchedumbre que le pedía autógrafos y murió.

No era una pregunta. Cualquiera que no conociera la historia de la muerte de Abril Tuller probablemente viviría en una cueva. Una estrella del calibre de Gunther no podía evitar la publicidad de algo así, por mucho que lo intentara. Y lo había intentado mucho. Por eso se había vuelto un solitario y había acabado enThunder Canyon. Había conocido a una madre soltera del pueblo que le había sacado del agujero y le había devuelto el brillo en la mirada. Vieron como el cantante le pasaba la guitarra a Tomás  y le mostraba dónde poner los dedos para tocar un acorde. El chico duro intentaba actuar con frialdad, pero el entusiasmo logró borrar la indiferencia que normalmente usaba como armadura. Una chica rubia, Emma, pidió intentarlo y se rió cuando Matías le mostró cómo tocar el instrumento. Paula levantó la mirada.

—Se le dan bien los adolescentes.

—Sí —contestó él.

Emma le devolvió la guitarra al cantante.

—Toque algo, señor Gunther.

—Es Matías—dijo él.

 Pedro no podía verle la cara, pero sabía que había arrepentimiento en sus ojos verdes mientras vacilaba. Cuando empezó a ir por allí llevaba barba, pero ahora iba afeitado. Nunca aparecía sin su sombrero de vaquero negro, y siempre llevaba una camisa vaquera metida por los pantalones. Las botas concluían su apariencia de estrella. Finalmente, Matías asintió y agarró la guitarra. Comenzó a tocar y la melodía sonó débil y con mucha emoción. La letra era una historia de amor que encendía una antorcha en la oscuridad. Cuando terminó, los adolescentes aplaudieron con entusiasmo. Paula aplaudió también mientras entraba en la sala.

—Ha sido una canción preciosa, señor Gunther —dijo ofreciéndole la mano—. Paula Chaves. Trabajo para la oficina del alcalde.

—Encantado de conocerte —le estrechó la mano y luego miró a Pedro—. Hola, Pedro.

—¿Qué tal, Matías?

—Bien —contestó, y asintió como si aquello siguiese sorprendiéndole un poco.

—Soy una admiradora de su trabajo. Conozco toda su música —dijo ella—. Pero no reconozco esa melodía. ¿Es nueva?

—Sí, sigo retocándola.

—¿Así qué ha vuelto a escribir?

—Sí —sujetó el cuello de la guitarra con la mano izquierda y dejó colgando la otra muñeca por encima de la curva del cuerpo.

—Hace tiempo que no saca una canción —comentó Paula.

—Digamos que lo que tengo en la cabeza me bloquea.

Ella asintió.

—Lo que le ocurrió a esa adolescente fue horrible, pero no fue culpa suya.

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