miércoles, 17 de octubre de 2018

Polos Opuestos: Capítulo 40

Pedro salió del despacho de su jefe con una sonrisa de oreja a oreja. Se preguntaba si podría hacerse daño en la cara de tanto sonreír.

—Es lunes.

Sentada detrás de su escritorio, Carla lo miró con brillo en los ojos.

—¿Se supone que debo saber qué significa eso?

 Pocas cosas ocurrían en la Chaves Oil de las que ella no estuviese al corriente, trabajando tan cerca de Gonzalo. Así que probablemente sabría lo que acababa de descubrir.

—Significa que acaban de darme la mejor noticia de mi vida. Las noticias así deberían ocurrir los viernes, porque uno necesita el fin de semana para asimilar lo asombroso del asunto y celebrarlo como es debido el sábado.

—Pero solo estamos a lunes —convino ella.

—El mejor primer día de la semana de la historia —dijo él—. Nunca volveré a decir nada malo de los lunes.

—Voy a aventurarme —Carla se puso en pie y salió de detrás de la mesa—. Gonzalo acaba de decirte lo de tu ascenso.

—Así que sí estabas enterada.

—Sabía que era una opción incluso antes de que aumentara tu presupuesto. Pero no sabía cuándo iba a decírtelo.

—Ha sido una gran sorpresa.

—Y, vuelvo a aventurarme… Estás feliz al respecto.

—¿Feliz? Eso no alcanza a describir lo que siento. Estoy en éxtasis. Encantado. Entusiasmado.

Carla le dió un abrazo.

—Te lo mereces, Pedro. Eres brillante y trabajas muy duro.

—Viniendo de alguien a quien respeto tanto como a tí, eso significa mucho para mí. Pero lo mejor es que no parece un trabajo.

—Estás empezando a asustarme.

 —Es que me encanta lo que hago —dijo él riéndose.

—Se nota. Sé que es lunes y tienes que estar aquí otra vez mañana por la mañana para ganarte el sueldo, pero ¿Qué vas a hacer esta noche para celebrar esta gran ocasión?

Cómo lo celebrara no era ni la mitad de importante de con quién. Solamente podía pensar en contárselo a Paula.

—No conozco los detalles, pero incluirá champán y una cena en el mejor restaurante del pueblo.

—Bien por tí —contestó Carla—. Gonzalo ha hecho bien en no darte la noticia hasta la hora de la salida. Sabía que estarías demasiado distraído para seguir trabajando el resto del día.

Pedro dejó de sonreír y se puso serio.

—Me ha dado mucho poder y eso conlleva una gran responsabilidad. Ya lo sé. No se arrepentirá de su decisión. No le decepcionaré.

—Desde luego que no. Él ya lo sabe. Aparte de mi difunto marido, Gonzalo Chaves es el mejor juzgando a las personas. Si no pensara que puedes hacer el trabajo, no te lo habría dado. Ya habrá tiempo de sobra para ponerse serio. Esta noche es para celebrar. Las cosas buenas no parecen ocurrir con suficiente frecuencia —había cierta tristeza en sus ojos, incluso mientras lo animaba a celebrarlo.

Y probablemente eso fuera lo que quería decir. Ella había perdido a alguien demasiado pronto y estaba animándolo a disfrutar del momento y a que durase todo lo posible.

—Haré que sea una noche para recordar —le prometió Pedro con una sonrisa—. Te veré mañana.

—Desde luego que sí. Y quiero detalles de la fiesta de esta noche, así que toma notas.

—Lo almacenaré todo aquí —dijo él señalándose la sien—, en el banco de la memoria.

De vuelta en su despacho, Pedro sacó el móvil y marcó el número de Paula. Era la primera persona con la que deseaba compartir las buenas noticias. Sonia y Carolina  se alegrarían por él, pero podían esperar. Sería mejor no examinar la dinámica emocional de ese pensamiento demasiado a fondo.

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