miércoles, 3 de octubre de 2018

Polos Opuestos: Capítulo 18

—Pero me resulta duro olvidarlo. Ayuda cuando una buena mujer cree que eres un buen hombre.

—¿Jesica? —preguntó Paula—. Trabaja a jornada parcial conmigo en la oficina del alcalde. Las mujeres hablan.

—Eso es un hecho —dijo Matías , con una sonrisa por primera vez—. Y amo a esa mujer. Entre eso y haberme librado de la demanda, es como si me hubieran quitado un peso de encima. Como si se me hubiera abierto la creatividad.

—Me alegra oír eso —Paula miró a los chicos, que estaban pendientes de cada palabra.

—Es la última canción para mi nuevo CD —explicó Matías.

—Sus fans se alegrarán de oír eso también —dijo ella—. Yo me alegro.

—Nosotros también —dijo Emma—. Es asombroso. Ha escrito una canción sobre Roots.

—¿De verdad? —Paula parecía impresionada.

—Sí —la tristeza se reflejaba en los ojos de Matías Gunther—. Tengo una tribuna que la mayoría de la gente no tiene. Una manera de cambiar las cosas para estos chicos.

Aquello era nuevo para Pedro.

—A Sonia le encantará saber eso.

—Cualquier cosa que pueda hacer por los chicos —contestó Matías encogiéndose de hombros—. He pensado hacer una fundación en memoria de Abril. Creo que donaré los beneficios de la canción y un porcentaje de los beneficios del CD.

—Eso es muy generoso por su parte —dijo Paula.

—Es lo menos que puedo hacer. Sacar algo positivo de lo ocurrido.

—Desde luego —pareció distraída por un momento—. ¿Sabe, señor Gunther?

 —Por favor, llámame Matías.

—Muy bien, Matías. Acabo de tener una idea descabellada.

Pedro se quedó mirándola.

—A veces esas ideas son buenas. Tal vez. ¿En qué estás pensando?

—Si realmente quieres que la fundación eche a andar con las ventas de un CD, necesitarás publicidad por adelantado.

—Tu mirada indica que tienes una sugerencia para eso —dijo Pedro.

—Así es. ¿Qué me dices de un concierto?

—Para eso se necesita un lugar —señaló Matías.

—¿Qué me dices del recinto de la feria? —sugirió Pedro—. Es un estadio cerrado. El día de Navidad no se utiliza. Creo que podríamos lograr que lo donasen solo por las relaciones públicas.

—Qué buena idea —Paula se quedó mirándolo como si le hubiera regalado la luna.

—Es algo muy complicado para hacerlo en tan poco tiempo —Matías se quedó mirándolos.

—Puede hacerse —aseguró Paula con entusiasmo—. Yo puedo ayudar con la publicidad. No me cabe duda de que el alcalde Clifton apoyará la idea. Con sus contactos y su aprobación, tendré luz verde para llevar a cabo el proyecto. Movilizaré a voluntarios que vendan entradas. Lo publicitaremos por la radio. Incluso podremos hacer que lo digan en la tele local.

—Nosotros también podemos ayudar —dijo Emma—. Las vacaciones de Navidad empiezan pronto y tendremos tiempo de repartir panfletos por todo el pueblo.

—Antes de que terminen las clases podemos hacer circular la noticia — intervino Tomás—. Lorena, tú eres el ojito derecho de la profesora, ¿No?

—Eres un idiota —contestó la morena de ojos marrones—. Estoy en el consejo estudiantil. Y entiendo lo que quiere decir. Si hacemos un anuncio en la escuela, conseguiremos que lo sepa mucha gente.

Matías miró a los chicos y sonrió.

—Son asombrosos. Me gusta.

—De acuerdo —dijo Paula—. Necesitamos el permiso del recinto y actuar desde ahí.

Pedro miró al hombre que había logrado salir del infierno. Si el amor de una buena mujer le había quitado ese peso de encima, el corazón generoso de otra mujer haría lo mismo por él. Paula Chaves era asombrosa. Entusiasta. Lista. Divertida. Directa. Y, sí, testaruda. Definitivamente lo tenía todo, por dentro y por fuera. Hacía mucho tiempo que no sentía ese tipo de atracción. La fuerza del deseo hizo que echara el freno y pensara en ello. Tal vez fuese mejor que ella no sintiese lo mismo. Él simplemente quería divertirse; cualquier otra cosa sería un riesgo. Pero ella había dicho desde el principio que lo quería todo. Las humillaciones pasadas le impedían dárselo todo. Además, Paula había dejado claro que la edad era un problema. No creía que tuviera nada de malo disfrutar de su compañía. Poner en marcha a la pelirroja era más divertido de lo que pensaba. Ella aún no lo sabía, pero planeaba tenerla en marcha todo lo posible. En su opinión, Paula pensaba demasiado. Si lograba que bajara la guardia, podrían pasárselo bien juntos. Sin ataduras.

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