miércoles, 30 de mayo de 2018

No Estás Sola: Capítulo 33

—¿Y por qué me ha seguido?

—Porque le enseñé una foto tuya. Seguramente quería presentarse —hizo una pausa—. O porque tenía algo de lo que informarte.

Paula acercó un taburete al teléfono y se sentó.

—¿Y qué podía tener que decirme? ¿Que las rosas están bonitas? No puede decirme nada porque no hay nada que decir.

—¿Estás bien?

Ella se rió.

—Perfectamente. Un hombre me ha perseguido por el parque. Es la mejor forma de pasarlo bien.
—¿Estás en casa?

—Sí, pero...

—Quédate ahí. Llegaré en diez minutos.

—No es necesario, Pedro. Estoy bien —le aseguró, pero él había colgado.

Cuando el timbre sonó, pensó en fingir que no estaba, pero al final decidió aplastar unos cojines y abrir una revista para que no diera la sensación de que había estado paseándose de un lado a otro, esperando su llegada. Hacía poco tiempo se habría echado en sus brazos. No habría importado si se habían visto horas o minutos antes.

—No tenías por qué venir tan deprisa, no me pasa nada.

Él se sentó en una silla frente a ella, tan elegante como un felino, como una pantera. Parecía cansado, como si las exigencias de su trabajo le estuvieran pesando demasiado.

—Parecías preocupada.

Ella negó con la cabeza.

—Sí, estaba preocupada, pero ya se me ha pasado. Si tu amigo llega a tocarme, lo habría dejado seco en la hierba.

Pedro se rió, pero vió preocupación en el fondo de sus ojos.

—Ya no me acordaba de aquellas clases de defensa personal que tomaste hace unos años, pero debería advertirte que Matías no está precisamente indefenso.

—Es sorprendente lo que se puede hacer cuando te sientes acorralada.

—Siento que te hayas asustado. Le pedí a Matías que investigase porque quería obtener respuestas.

—Tú siempre quieres respuestas, Pedro—le contestó, mirando la revista—, pero no siempre es posible darlas.

Él apoyó los codos en las piernas.

—Mucha gente quería que pensase precisamente eso cuando empecé a investigar lo del tráfico de niños. De no haber sido por una persona con conciencia que trabaja en el hospital, no habría podido ir más allá de la puerta.

—¿Es esa mujer el contacto anónimo que mencionaste en la radió?

—¿Y cómo sabes que era una mujer? Evité dar cualquier tipo de pista sobre su identidad.

Paula había hablado sin pensar.

—Pues no lo sé. Supongo que inconscientemente he pensado que es la clase de situación que preocuparía más a una mujer que a un hombre.

—¿Y de dónde diablos has sacado esa idea?

—No lo sé. Supongo que...

—Que un hombre no siente por un bebé lo que una mujer, ¿No? ¿Es eso? — preguntó, y parecía como si fuese a saltar de la silla y a agarrarla por el cuello.

—Claro que no —recordó entonces el comentario de Laura sobre cómo Pedro trataba al cachorro y tuvo que descartar otra imagen de cómo trataría a un bebé—. Los hombres y las mujeres entendemos los lazos familiares de un modo distinto. Son muchos más los hombres que abandonan sus hogares y a sus hijos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario