miércoles, 9 de mayo de 2018

Mi Salvador: Capítulo 62

Paula captó el mensaje. En comparación, los riesgos que asumía Pedro eran mucho menos  frecuentes.  Se  estaba  comportando  como  una  cobarde  al  no  aceptarlos  como  un  pequeño  precio  a  cambio  de  un  amor  que  podía  ofrecerle  la  felicidad.  Por  desgracia, también sabía cómo acababa la historia de Juana.

—Pero, al final, tus temores se cumplieron —le recordó a su amiga suavemente.

—Sí —admitió esta, con los ojos empañados por las lágrimas—.  Él  murió  en  acto  de servicio, y yo quedé destrozada. Pero, por lo menos, había pasado treinta años con el mejor hombre sobre la faz de la tierra. Sí me hubiera dejado dominar por el miedo, no habría tenido nada. Ni recuerdos, ni hijos, ni nietos. Pedro es un hombre de los que hay  muy  pocos,  querida.  Es  compasivo  y  valiente.  Y  merece  una  mujer  que  sepa  apreciar esas cosas.

—Yo las aprecio —dijo Paula enérgicamente—. Por eso todo esto es tan duro. Sé lo maravilloso que es Pedro.

—Entonces,  no dejes que  te venza  el  miedo —dijo Juana.  Recogió  las  tarteras  vacías  y  acarició  la  mejilla  de  Paula—.  Piénsalo.  Solo  te  pido  eso.  Y  escucha  a  tu  corazón.


Al  volver  a  casa  y  encontrarse  a  Paula haciendo  el  equipaje,  Pedro se  dijo  a  sí  mismo que era lo mejor. Él no buscaba una relación duradera. Ayudarla a encontrar un lugar nuevo donde vivir solo habría provocado otra situación embarazosa.

—¿Adonde vas? ¿Has encontrado algún sitio? —le preguntó.

Ella evitó mirarlo directamente.

—Voy a quedarme con una amiga temporalmente.

Pedro no pudo evitar preguntarse quién sería esa amiga.

—¿Te  importa  decirme  quién  es?  —le  preguntó—.  Por  si  necesito  contactar  contigo o mandarte el correo, o lo que sea.Ella puso una expresión desafiante.

—Es Sonia.

Pedro sintió que empezaba a hervirle la sangre.

—¿Te mudas a casa de mi hermana?

¿Cómo demonios se les ha ocurrido tal cosa?¿Y cómo demonios iba a olvidarse de Paula, si se iba a vivir con su familia?

—Ella  vino,  me  vió  haciendo  las  maletas  y  se  negó  a  permitir  que  me  fuera  a  un  hotel.

—Bueno, eso no es muy fraternal por su parte —murmuró Pedro amargamente.

Paula se sentó en el borde de la cama. Su expresión desafiante se desvaneció.

—Lo  siento.  Sé  que  esto  es  muy  embarazoso  para  tí.  Intenté  evitarlo,  pero  ya  conoces a Sonia—dijo, encogiéndose de hombros con resignación.

—Desde luego que la conozco —dijo él sombríamente, imaginándose cómo habría sido la conversación.

Paula no era adversaria para su hermana, si esta decidía que tenía una misión. La única pregunta era cuál sería esa misión.

Pedro se dió media vuelta y se dirigió al teléfono. No le sorprendió que su hermana contestara al primer tono.

—¿Esperabas mi  llamada?  —preguntó sarcásticamente  mientras  caminaba  de  unlado a otro con el teléfono inalámbrico en la mano.

—Algo así.

—¿Qué estás tramando?

— Tú no eres el único en la familia que puede ayudar a un amigo en apuros —respondió ella—. Paula necesitaba un sitio donde quedarse. Nosotros tenemos una habitación de invitados. Así que se la ofrecí.

—¿Por  qué  no  dejas  que  se  mude  a  un  hotel  o  a  un  departamento  alquilado,  como  quería?

— Yo podría hacerte la misma pregunta. ¿No fue así como acabó en tu casa?

—Sonia, no estás ayudando.

Ella se echó a reír.

—Puede  que  no  te  esté  ayudando  a  tí,  pero  estoy  convencida  de  que  le  estoy  haciendo un favor a Paula. En realidad, estoy convencida de que algún día me darás las gracias.

—¿Porqué?

—Por no permitir que se vaya.

—Paula no  pensaba  mudarse  precisamente  a  California  —señaló  él—.  Podría  haberla encontrado, si hubiera querido.

—Pero así no tendrás que perder el  tiempo buscándola   —dijo María alegremente—.  Tengo  que  dejarte.  Los  niños  quieren  ver  un  vídeo.  Dile a  Paula que  la  estaré esperando a la hora de la cena. Tú también puedes venir, si te apetece.

—No me esperes.

—Como quieras —dijo ella mansamente—. Pedro...

—Sí, ¿qué?

—Te quiero.

—Lo sé.

—Y Paula también.

No hay comentarios:

Publicar un comentario