miércoles, 7 de diciembre de 2022

Yo Estaba Aquí: Capítulo 73

  –¿Ustedes no vienen a la boda? –preguntó.

 

Alejandra negó con la cabeza.


 –Entre la ceremonia y el banquete, acabaríamos volviendo a casa mucho más tarde de la hora de acostarse de Camila. Además, no quiero que Paula se pase toda la boda llevándome de un lado a otro –Martha miró a su hija con cariño antes de volver a mirar a Pedro–. Se merece un poco de diversión en vez de pasarse el día haciendo de niñera de alguien que le dobla la edad.


 –Empujar tu silla de ruedas no es tan difícil, mamá –protestó Paula.


 –Bueno, pero no es lo que suele llamarse «Diversión» –insistió Alejandra–. Pedro, por favor, llévatela de aquí antes de que empiece a darme la lata.


 –Ya has oído a tu madre –le dijo Pedro ofreciéndole un brazo.

 

Consciente de todos sus movimientos como si estuviera viéndolos a través de una lupa gigante, Paula aceptó su brazo y sintió que se movía a cámara lenta.

 

–Que se diviertan. Es una orden –dijo Alejandra Chaves antes de cerrarla puerta tras ellos.



 –Estás muy, muy guapa esta noche –le dijo Pedro mientras le abría la puerta del copiloto de su camioneta.

 

Estaba anocheciendo, y Paula agradeció que la oscuridad parcial disimulara el molesto rubor que sentía en las mejillas. Iba a tener que esforzarse por controlar eso. No era una niña de doce años, era una mujer, y las mujeres no se sonrojaban. Ni siquiera las mujeres profundamente enamoradas.

 

–Gracias –murmuró–. Tú también –se montó en la camioneta, se abrochó el cinturón y esperó a que Pedro se montara junto a ella tras el volante–. No sabía si ibas a venir a recogerme.

 

–¿Por qué no? –preguntó él, confuso, mientras ponía en marcha el motor–. Dije que vendría.


 Paula evitó mirarlo a los ojos y se quedó mirándose las manos, que tenía entrelazadas sobre su regazo.


 –Lo sé, pero eso fue antes.


 –¿Antes? –¿De qué estaba hablando? En general, Paula y él se entendían bien; principalmente porque ella no recurría a la palabrería femenina, algo que hacían casi todas las mujeres cuando deseaban confundir al hombre con el que estaban hablando–. ¿Antes de qué?

 

–Antes de que tú y yo… –Paula hizo una pausa e intentó encontrar la manera correcta y delicada de expresarlo– estuviéramos más unidos.


 Obviamente no estaba logrando su objetivo, a juzgar por la respuesta de Pedro.

 

–Siempre hemos estado unidos.

 

–No tan unidos –insistió ella.

 

Pedro al fin se dió cuenta y se carcajeó mientras conducía hacia la iglesia donde tendría lugar la ceremonia. 

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