lunes, 19 de diciembre de 2022

Serás Mía: Capítulo 17

Aquel insulto representó el momento de auténtica victoria para Pedro Alfonso. Tal y como esperaba, su ex prometida estuvo a punto de venirse a bajo, pero, curiosamente, aquel espectáculo no le proporcionó ni con mucho la satisfacción que esperaba. La joven abrió la boca para replicar, pero antes de que pudiera decir nada, él la asió por el codo y la obligó a entrar en el recibidor.


—Señor Alfonso…


—Creo recordar —la interrumpió Pedro bruscamente, sin llevar a cabo su plan de enseñarle un par de lecciones sobre lo que suponía romper promesas— que antes se mostró usted muy agradecida por esta oportunidad. Me complacerá ser su anfitrión.


Paula luchó por desasirse y se puso frente a él con expresión desafiante.


—¿Es que acaso piensa quedarse en la casa todo el tiempo? —por sus ojos color lavanda cruzó una sombra de puro despecho. 


Aunque los rasgos eran los mismos del rostro de la foto que tanto había admirado, Pedro empezaba a acostumbrarse a aquella expresión de fiera determinación. Para acentuar el efecto, tenía el pelo revuelto alrededor de la cara de una forma especialmente favorecedora, y las mejillas arreboladas. Se maldijo a sí mismo por ser tan sensible a semejantes carácter lo había conducido a una de las peores situaciones de su vida. A cualquier parte que fuera era señalado como el tipo al que acababan de dejar plantado ante el altar.


—¿Y bien? —insistió Paula con determinación—. ¿De verdad piensa quedarse todo el tiempo?


Haciendo gala de una indiferencia que estaba muy lejos de sentir, Pedro contestó:


—Le recuerdo que estoy de vacaciones.


—¿Y no tiene usted una casa en la ciudad? —estaba a punto de perder los papeles, incapaz de manejar aquella situación.


—Sí, pero está en obras —replicó Pedro encantado—. Me quedaré aquí hasta que acaben.


—¿Hasta que acaben?


—Unas tres semanas.


Paula puso tal cara de horror que él no pudo por menos que sonreír.


—Pe… Pero… eso es justamente lo que yo… —se detuvo, incapaz de seguir. Ambos sabían que aquel era el tiempo que ella iba a quedarse para trabajar en el proyecto de reforma de la mansión. Tragó saliva varias veces para intentar recuperar la voz—. Usted me mintió —susurró por fin.


—¿De verdad? —replicó Pedro con su expresión más inocente.


—¡Sí! —si las miradas matasen, Paula habría conseguido fulminarlo en aquel mismo instante—. Me mintió cuando me dijo que no se quedaría aquí.


—Fue Mariano el que le dijo que no se quedaría aquí.


—Pero usted me hizo creer que él…


—Lo que usted creyera o dejara de creer es problema suyo, señorita Chaves.


Paula parpadeó, asombrada.


—¿Es que piensa acaso que tiene que vigilarme? ¿Por eso se queda? ¿Es que no confía en mí?


Aunque aquella no era la razón, sus palabras le dieron a Pedro una idea. 

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