lunes, 12 de diciembre de 2022

Serás Mía: Capítulo 5

 —Además, por mucho que al abuelo le pareciera un chico maravilloso, ¿Quién dice que fuera apropiado para mí? El dinero no lo es todo.


En aquel momento sonó el teléfono. Paula se levantó de la maleta con un sobresalto y dió un traspié.


—Maldita sea —masculló.


¿Quién demonios llamaba? ¿Su madre?


—Claro, que también puede ser el señor Alfonso. Ha decidido pegarme un tiro antes de que huya de la ciudad.


Descolgó diciéndose que, si en efecto se trataba del señor Alfonso, tenía todo el derecho a colgar. Otra acción deleznable, pero qué importaba… Ya tenía bastantes problemas a los que enfrentarse.


—Dígame… ¿Mamá?


—No.


Paula reconoció la voz enseguida. Aquel seco monosílabo solo podía pertenecer al hombre frío y grave que acababa de conocer.


—Ah, señor Alfonso —dijo, tragando saliva—, ahora no puedo hablar. Tengo que tomar un avión —explicó. Pero no era totalmente cierto, tan solo estaba en lista de espera, pues todos los vuelos a Kansas City estaban llenos. Claro que el señor Alfonso no tenía por qué saberlo.


—Será solo un momento.


Paula cerró los ojos y se dejó caer sobre la cama. Su vida entera pasó ante sus ojos. Nada podía ser peor que una voz tranquila cuando una sabía positivamente que merecía una dura reprimenda. A continuación, seguiría una larga y lógica argumentación a la que no podría oponer ningún motivo sólido.


—¿En qué puedo ayudarlo?


«¿Por qué demonios no has colgado?», se preguntó. «Te va a crucificar».


—Puesto que trabaja usted en proyectos de reconstrucción histórica, le agradecería mucho que se quedara en California tres semanas más, en la casa victoriana de reciente adquisición que habíamos designado como su residencia… Su consejo sería muy útil. Como sabe, el proyecto de reforma del mobiliario formaba parte del acuerdo matrimonial —Paula se quedó de piedra, no podía creer lo que estaba oyendo—. Hay que renovar la mansión, puesto que dentro de seis meses se va a celebrar una gran reunión. En vista de ello, el tiempo se ha convertido en un factor esencial.


Paula sacudió la cabeza. No podía creer lo que estaba oyendo. Esperaba cualquier tipo de respuesta menos aquella. Su ex prometido hablaba igual que un funcionario. Qué error pensar que lo había ofendido al dejarlo plantado. ¡Ja! Muy al contrario, el señor Sangre de Horchata no solo no estaba ofendido, sino que le ofrecía un empleo. Una de las razones de que hubiera aceptado el matrimonio, aparte del deseo de complacer a su abuelo, había sido que el señor Alfonso era un hombre con muchos contactos. En aquel matrimonio concertado en virtud de la lógica y no de los sentimientos, lo más importante eran las contrapartidas. El señor Alfonso quería una esposa perfecta y un par de hijos, y ella… Bueno, ella quería ventajas profesionales. Para Paula, decorar la mansión del señor Alfonso podía suponer una gran promoción, pues su trabajo podría aparecer en revistas como Architectural Digest. ¿Por qué iba a ser Alfonso el único en obtener ventajas de aquel matrimonio? 

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