miércoles, 24 de agosto de 2022

Un Gran Equipo: Capítulo 18

 –No, en realidad… ¿Por qué no comemos juntos, Paula? – sugirió Pedro entonces–. Espero que no te importe, Pilar. Como líder del proyecto, es mi responsabilidad comprobar que todos los miembros del equipo conocen los objetivos.


Paula estaba sorprendida y un poco avergonzada por la invitación. Ella no necesitaba un tutor, pero tampoco podía admitir que la razón por la que parecía perdida no tenía nada que ver con el trabajo. Sin embargo, mereció la pena por ver la expresión de Pilar, que lamentaba no haberla hecho quedar mal, como era su intención. Y, además, había conseguido una cita con Pedro… No, no era una cita, iban a comer juntos para hablar de trabajo. Nada más.


–Me parece bien –asintió finalmente.


–Estupendo –dijo él–. Saben que los bancos y las grandes empresas contratan gente para que entre ilegalmente en sus programas y descubrir así las debilidades de sus competidores. Pues bien, me gustaría que me dijeran cómo entrarían ilegalmente en los programas de la empresa y cómo borrarían sus huellas –Pedro sonrió–. Ya saben lo que dicen los actores: Es más divertido hacer de malo. Esta es su oportunidad de pensar como delincuentes.


Paula se aclaró la garganta, deseando decir algo, cualquier cosa, que la hiciese parecer alerta y mentalmente ágil.


–Un buen programador podría borrar sus huellas sin el menor problema, ¿Por qué no hacer que parezcan las huellas de otro? La mayoría de la gente no se molestaría en investigar más.


–Interesante –murmuró él, sorprendido–. Sigue, por favor.


En realidad, Paula había dicho lo primero que se le había pasado por la cabeza, pero su entrenamiento y su talento le hicieron encontrar un par de posibilidades más. Aunque se tardaría mucho tiempo en desarrollar el plan, sus compañeros parecían impresionados. Adrián Jenner soltó una carcajada.


–¿Quién hubiera imaginado que tras esa carita inocente se escondía una mente tan retorcida?


–Desde luego –asintió Pilar–. A partir de ahora tendré mucho cuidado contigo.



Pedro miró el reloj. Paula y él habían quedado a la una en los ascensores. Aún faltaban unos minutos y había mirado el reloj con más frecuencia de la que debería. Invitarla a comer había sido un gesto impulsivo, algo raro en él. Pero la evidente antipatía de Pilar lo había instado a tener un gesto de galantería con Paula. Era algo que hubiera hecho su mejor amigo, Juan Manuel McBride, un bombero que rescataba gente todos los días. Juan Manuel lo había rescatado a él en el colegio, cuando tres matones lo habían acorralado en el pasillo. Tenerlo a su lado había equilibrado la pelea. Después de eso fueron como hermanos, pero cuando Silvana canceló la boda porque se había enamorado de Juan Manuel… En fin, la relación entre ellos se había vuelto tensa. Pedro no estaba enfadado con su amigo, pero tampoco respondía a sus mensajes de inmediato, como antes. Solían cenar juntos en un restaurante mexicano, Comida Buena, adonde pensó que podía ir a comer con Paula, pero estaba lejos de la oficina. Paula Chaves era encantadora e inteligente y le caía bien, pero eso hacía que verla como una ladrona le resultase incómodo.

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