lunes, 22 de agosto de 2022

Un Gran Equipo: Capítulo 13

Pedro la sorprendió apretando su mano. Era un sencillo gesto de compasión, un gesto de humanidad, pero se había sentido tan aislada ese día, tan angustiada, que lo agradeció de corazón.


–Gracias –logró decir, después de tragar saliva–. De verdad me ha pillado en un mal día.


–Los malos días irán siendo cada vez menos, ya lo verá.


Ella asintió con la cabeza.


–Es usted muy amable.


–Lo dice como si le sorprendiera.


–No, no, solo quería decir… Considerando la primera impresión que se ha llevado de mí, es más de lo que merezco.


En realidad, un hombre al que no conocía de nada estaba mostrándose más comprensivo que su prometido. Desde el día que supo que sería la tutora legal de dos niños hasta el día que rompió con ella, Santiago se había mostrado frío e impaciente. Pedro ya no estaba tocándola y seguramente era lo mejor, pero estaba lo bastante cerca como para sentir el calor de su cuerpo y respirar el aroma de su colonia masculina…


–Sus compañeros tienen muy buena opinión de usted.


–¿Ah, sí?


–Durante la reunión, muchos de ellos me han dicho que debería pedir su opinión.


Paula intentó no pensar que si Pilar había sido una de ellos solo lo habría hecho para recalcar su ausencia.


–Siento mucho no haber podido estar allí. Hoy no puedo quedarme más tarde de las cinco, pero tal vez mañana…


Él levantó una mano.


–No se preocupe por eso. ¿Thiago volverá mañana al colegio?


–Sí, claro.


–Entonces, nos veremos mañana. Por ahora, necesito hablar con la señorita López sobre unos cambios en el software de la empresa –Pedro iba a salir de la sala, pero se volvió–. ¿Puedo hacer algo por usted?


Podría ser una pregunta retórica, pero parecía sinceramente decidido a ayudarla.


–Solo una cosa –respondió Paula, sin pensar que no debería pedirle más favores–. A Thiago le encanta jugar al fútbol y lo he apuntado en el equipo del barrio, pero necesitan un entrenador.


Pedro frunció el ceño.


–Yo sé algo de fútbol americano, pero los niños juegan al fútbol europeo, ¿No?


–No estaba pidiéndole que hiciese de entrenador, yo me he presentado como voluntaria –se apresuró a decir ella–. Solo intentaba encontrar valor para decirle que alguna vez tendré que salir unos minutos antes para llegar a tiempo al entrenamiento.


–Ah, ya –murmuró él–. No creo que sea un problema… A menos que su trabajo se vea resentido por ello.


–No, en absoluto. Y gracias por ser tan comprensivo. A Thiago le encantan los deportes y espero que esta sea una buena manera de conectar con él.


–¿Sabe que Javier Daughtrie invita a todos los empleados al partido de los Astros este fin de semana?


Paula asintió con la cabeza. Era un evento anual que se había convertido en una tradición.


–Pensaba ir con los niños.


–Genial, entonces nos veremos allí –Pedro esbozó una sonrisa–. Aparte de verla todos los días en la oficina, claro.


–Ya, claro.


Que ella supiera, todos los empleados habían sido invitados a acudir con sus familias. No era precisamente una cita íntima, de modo que no había razón para ponerse colorada o alegrarse porque iba a verlo el fin de semana.  Pero así era.

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