miércoles, 3 de agosto de 2022

Tú Me Haces Falta: Capítulo 54

 —¡Ya! ¿En serio piensas que me voy a tragar eso?


—Es la verdad, te lo prometo —contestó él con solemnidad.


—No me refiero a lo de bailar, sino a... En fin, ya sabes a lo que me refiero.


—¿Qué importancia tiene eso, Paula? Lo que importa es que tú consigas a Blake —mintió Pedro.


¿Por qué demonios había pensado que la boca de Paula era demasiado grande? Era una boca generosa, cálida y atractiva. Su rostro no era convencionalmente bonito, pero los rasgos eran marcados y podía considerarse hermoso a la manera francesa, que no tenía nada que ver con el estilo de belleza inglesa consistente en una tez color crema. El rostro de ella era todo drama. Le apartó un mechón de cabello del rostro para evitar bajar la cabeza y besarla hasta la saciedad. 


—Lo primero que tenemos que hacer es cortarte el pelo —declaró Pedro con cierta dificultad para pronunciar.


—¿Cortarme el pelo? ¿Te has vuelto loco? A mi madre le daría un infarto si me cortara...


—Paula, ya eres una persona adulta, y esto... —Pedro le agarró un mechón de cabello, luego lo dejó caer de nuevo—. A esto le falta la sofisticación que necesitas. Mañana elegirás del armario de la ropa de Mariana los vestidos que quieras. Después, te llevaré a cenar a uno de los restaurantes frecuentados por la gente famosa, y después iremos a un club para estar completamente seguros.


—¿Seguros?


—De que se hable de tí y de que Ivi Blake se entere.


Paula arrugó el ceño.


—¿Cómo va a saber que soy yo?


—¿Cuántas Paula Chaves hay en Londres?


Paula tragó saliva. Quizá fuera el coñac o quizá se debiera al calor del fuego, pero se sintió flotar. Era como si no fuese ella misma, sino una mujer repentinamente hermosa. Y se debía a la forma como Pedro la miraba; como siempre la miraba, como si pudiera ver en ella algo que seles escapaba a los demás.


—No sé, Pedro, no estoy segura de...


—Haz la prueba mañana, Paula. Si no disfrutas, nos olvidaremos del asunto y lo único que te pediré es que te quedes aquí hasta que Laura regrese, ¿De acuerdo?


—De acuerdo, Pedro.


—Creo que deberíamos sellar el trato con un brindis —Pedro le devolvió la copa—. Porque todo te salga bien.


Paula se lo quedó mirando durante un momento; luego, levantó su copa y bebió el coñac que le quedaba.


—Gracias, Pedro.


—No tienes por qué dármelas. Pase lo que pase, sigo teniéndote como secretaria, así que quien gana soy yo.


—¿Y yo?


A Pedro le resultó difícil sostenerle la mirada. 


—Ya te lo he dicho, Paula, tú no puedes perder. 

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