miércoles, 24 de agosto de 2022

Un Gran Equipo: Capítulo 16

 –Aquí viene tu sobrino –le advirtió Jonna.


Thiago se acercó a ellas, cabizbajo.


–¿Lo estás pasando bien?


–Sí, pero tengo sed.


Paula le dió su refresco y un par de monedas para la máquina de marcianitos.


–Después iremos a ver qué hay al otro lado del restaurante, ¿Te parece?


–Bueno.


–Y recuerdas lo que he dicho de volver temprano a casa, ¿Verdad?


El niño arrugó el ceño.


–Sí, me acuerdo –Thiago se alejó, suspirando.


–Puede que ahora te cueste mucho, pero eso ha sido el típico «Sí, mamá» –dijo Florencia–. Debes de estar haciendo algo bien.


–Gracias –Paula esperó un momento para no parecer demasiado interesada–. Entonces conoces a Pedro, ¿No? ¿Debo saber algo sobre él? Al fin y al cabo, trabajamos juntos.


–¿Solo lo preguntas por eso? –bromeó su amiga.


Paula se encogió de hombros.


–Admito que es guapísimo, pero no pienso seducirlo en la sala de juntas ni nada parecido. Aunque tuviese tiempo para salir con alguien, nunca lo haría con un compañero de trabajo.


Uno que, además, estaba por encima de ella. Pilar la acusaría de buscar favoritismos, y no merecía la pena pasar por eso solo por unos ojos verdes.


–Sé que estuvo prometido hasta hace unos meses –dijo Florencia–. Con Silvana no-sé-qué, una periodista. Eran una pareja muy atractiva y me sorprendió saber que ella lo había dejado.


–¿Ella lo dejó?


Paula se preguntó por qué una mujer dejaría a un hombre como Pedro, guapo, rico y, a juzgar por su actitud, comprensivo y amable.


–Se enamoró de otro, creo. Pobre Pedro –Florencia sonrió–. Una pena que yo esté con Damián y no pueda consolarlo.


Paula soltó una carcajada.


–Eres terrible.


–¿De verdad nunca saldrías con un compañero de trabajo? Tal vez podrían consolarse el uno al otro. A los dos les han roto el corazón, así que tienen algo en común.


–Santiago no me rompió el corazón –dijo Paula. De hecho, casi le parecía desleal lo poco que lo echaba de menos–. Nunca pensé que fuera mi alma gemela o el hombre con el que estaba destinada a pasar el resto de mi vida, pero pensé que podría contar con él.


–Lo sé –asintió Florencia–. Pero estás mejor sin él. Y, además, Pedro solo está contratado durante unos meses, de modo que no es exactamente un compañero de trabajo.


–¿Y?


–Que has dicho que no sales con compañeros de trabajo, pero Pedro no lo es exactamente. O no lo será durante mucho tiempo.





Aunque según el informe meteorológico aquel día volvería a hacer calor, la brisa matinal era lo bastante fresca como para saber que el otoño estaba a la vuelta de la esquina. Pedro iba a reunirse con Javier Daughtrie en el club de golf. Le había pedido que se reuniera con él allí para charlar sin que el trabajo de la oficina los interrumpiera.


–Bueno, por el momento, ¿Qué te parece? –le preguntó su antiguo compañero de facultad, mientras ensayaba el golpe.


Pedro eligió sus palabras cuidadosamente, sabiendo que su opinión podría afectar a las personas con las que había trabajado esa semana. Los empleados de Javier le caían bien, sobre todo Paula Chaves. La familia era importante para él, una de las razones por las que se había comprometido apresuradamente con Silvana, y entendía por lo que Paula estaba pasando. De hecho, la admiraba por darles una familia a sus sobrinos.


–Aún no tengo pruebas, pero que no las haya encontrado significa que el responsable es un experto.


Daughtrie le había confiado que después de perder tres pujas no le había hablado a nadie de la última. Sin embargo, si las sospechas de Pedro eran correctas, alguien había logrado esa información y la había filtrado a la empresa competidora. Cualquiera podría borrar datos superficiales, pero había que ser un experto para no dejar huellas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario