miércoles, 10 de agosto de 2022

Tú Me Haces Falta: Capítulo 68

 —¿Y tu padre? Me dijiste que era como el padre de Blake, que no le gustaba ser padre.


—No. Mi madre lo abandonó cuando Sergio aún no se andaba.


—¿Otra mujer por medio?


Paula negó con la cabeza. Después, se estremeció.


—La pegaba. La última vez que la pegó fue porque Sergio estaba llorando y mi madre no conseguía hacerle callar. Yo agarré a mis dos hermanos y los escondí en un armario. Mi padre estaba demasiado borracho para encontrarlos allí —Paula tragó saliva—. Y mi madre no quiso decirle dónde estaban.


Pedro la vió recordar, revivir... Extendió una mano y rodeó la muñeca de Paula.


—No tienes que continuar si no quieres

 

Pero Paula quería hacerlo.


—Al día siguiente, mi madre metió en unas maletas lo que pudo y nos llevó a un albergue. Al cabo de un tiempo, el juez dió orden de que mi padre desalojara la casa y pudimos volver. Mi padre lo había destrozado todo, hasta el último plato. También rompió los muebles con un hacha. Pero nunca volvió.


Paula hizo una pausa antes de añadir:


—Nunca le he contado esto a nadie, ni siquiera a Iván.


Pedro estaba conmovido. Dispuesto a matar. Quería abrazarla y prometerle que nadie volvería a hacerle daño nunca.


—No es extraño que tu madre quiera protegerte. Tienes suerte de que sea tan fuerte.


—¿Fuerte? —Paula nunca había considerado fuerte a su madre.


Su madre había soportado paliza tras paliza resignadamente, lo que la hizo abandonar la casa fue el miedo a que su marido pudiera matar a Sergio.


—Es difícil vivir sin dinero y sin un sitio adonde ir. Muchas mujeres lo encuentran imposible —dijo Pedro con ternura—. Muchas mujeres no consiguen salir nunca de esa situación.


—Cierto. Sí, supongo que tengo suerte.


Les llevaron más comida. 


—Lubina asada —declaró Pedro—. Espero que te guste el pescado. Debería habértelo preguntado. Me parece que no es mi noche.


—Y a mí me parece que no te he dado la oportunidad de preguntármelo, Pedro. Lo siento. Sé que estás intentando protegerme, pero no es necesario. Conozco a Iván desde hace mucho tiempo, conozco sus defectos...


—No todos. De haber sido así, jamás le habrías permitido que te pringara con ese pegamento para divertir a su público.


Paula no contestó.


—No esperarás que me crea que has venido desde Newcastle para contentarte con ofrecerle tu apoyo, ¿Verdad, Paula?


Paula intentó mirarlo, pero bajó los ojos y los clavó en la lubina. Y sin decir palabra, levantó el tenedor. Pedro la observó durante unos momentos. Su intención había sido llevarla por ahí durante una semana aproximadamente, pero ella estaba enamorada de Blake y él no tenía derecho a manipularla.


—¿Te gusta? —preguntó Pedro.


—Es delicioso. Gracias.


Eran las diez y media cuando volvieron al coche.


—¿Le has encontrado? —le preguntó Pedro al conductor mientras Paula entraba en el coche. 

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