lunes, 8 de agosto de 2022

Tú Me Haces Falta: Capítulo 62

Pedro le tocó la barbilla, la obligó a alzar el rostro, a mirarlo. Cerrar los ojos sería mostrar completamente sus sentimientos, pero a Paula le resultaba muy difícil mirar a esos ojos grises y seguir fingiendo. Le habría gustado saber lo que estaba pensando, pero él seguía con esa expresión indescifrable. No, era una expresión burlona.


—Y los ojos se te ven el doble de grandes. Con las gafas y con tanto pelo no lo había notado, pero tienes un color de ojos precioso. Color caramelo. Color miel. Color miel oscura con el sol filtrándose a través. 


Paula quería pedirle que callara, pero no le salían las palabras.


—Puede que la diferencia radique en los reflejos que te han dado en el pelo.


—Puede —respondió Paula tras un esfuerzo supremo—. ¿Te parece que...?


Pero Pedro no había terminado.


—El vestido también ha sido una elección muy acertada. Quítate el abrigo.


Paula no sólo ignoró la sugerencia, sino que empezó a abrochárselo.


—Lo ha elegido Marcela —dijo ella, intentando distraerlo.


Pero Pedro no se dejó distraer.


—Marcela tiene razón: Tienes la clase de curvas voluptuosas que se ven mejor cuando las enseñas que cuando las escondes debajo de la ropa...


—Pedro... —Pedro estaba bromeando y Paula no quería que siguiera haciéndolo.


Pero él siguió sin hacerle caso.


—Y los zapatos te quedan muy bien también —Paula empezó a relajarse, los zapatos no eran peligrosos—. Cuando empezaste a probarte zapatos, me dí cuenta de lo bonitos que tienes los pies. Y también tienes unos tobillos muy bonitos.


Y entonces, sin advertirle, la miró a los ojos.


—Pero era de esperar, ya que tienes la clase de piernas que hacen que los hombres tengan sueños húmedos —a Paula se le incendió el rostro—. Sobre todo, cuando abres la puerta con una camiseta que sólo te llega a...


—Muy gracioso, Pedro.


—¿Gracioso?


—Bueno, ahora que te has reído lo suficiente, ¿Podemos irnos?


—¿Quién ha dicho que me estaba riendo? 


Durante un momento, Pedro se quedó completamente inmóvil, mirándola de una forma que la hizo pensar que iba a besarla; a besarla y a deshacer el plan de salir aquella noche. Los labios parecieron hinchársele y quemarle sólo de pensarlo y, en ese momento, Paula se dió cuenta de lo que le estaba pasando. No quería ir a ninguna parte, excepto a la cama con Pedro Alfonso; sin embargo, a él lo único que parecía interesarle era entregársela a Iván como si fuera un regalo de Navidad. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario