viernes, 12 de agosto de 2022

Tú Me Haces Falta: Capítulo 75

Luciana abrió la carpeta y sacó el currículum que Paula le había enviado. Pedro tomó el papel con manos visiblemente temblorosas. Luciana sonrió y luego le dió un empujón.


—Vamos, ¿A qué esperas, hermano?


—A esto.


Y Pedro le dió un abrazo de oso antes de volverse y salir a toda prisa. Laura apareció en la puerta.


—¿Adónde va Pedro?


—A buscar a Paula —Marcela, que no se había movido de la puerta desde la llegada de Luciana, sonrió de oreja a oreja.


Luciana también estaba feliz.


—¿No es absolutamente romántico?


Laura se limitó a arquear las cejas con gesto de desaprobación.


—A mí me parece una locura. Se ha dejado el bastón... ¡Y el abrigo! Va a pillar una pulmonía. 



Delante de la puerta de la agencia Garland, Paula vaciló antes de abrir. Necesitaba desesperadamente el dinero que había ganado trabajando para Pedro, pero le resultaba casi insoportable ver a la hermana de éste y estar tan cerca. Pero todo era insoportable, estuviera donde estuviese. Al menos ahí, en Londres, estaba en la misma ciudad que él. Y Luciana le había dicho que le encontraría otro trabajo. Quizá, si se quedaba, lo vería algún día. Sandra se volvió cuando Paula entró en el despacho y se la quedó mirando como si estuviera viendo un fantasma.


—Paula...


—Hoy estaba en Londres, porque he venido a una boda, y... Bueno, Pedro me dijo que me pasara por aquí para recoger un cheque. Siento no haber enviado la hoja de trabajo, pero...


—¿Has visto a Pedro? —le preguntó Sandra.


—No, desde el sábado pasado.


Paula se volvió en ese momento, cuando Luciana entró en la oficina.


—¡Paula!


Paula miró de una a otra sin comprender por qué tanta perplejidad.


—¿Ocurre algo?


—Bueno, es que Pedro...


—¿Pedro? ¿Le ha pasado algo? —la angustia se reflejó en su rostro, que empalideció al momento—. ¿Qué le ha pasado? ¿Está mal? ¿Está enfermo?


—Se ha marchado a Newcastle.


Paula frunció el ceño. ¿Qué demonios había ido Pedro a hacer a Newcastle?


—Ha ido a buscarte —gritó Luciana—. Yo creía que... Los dos creíamos que... Oh, Paula, ¿Qué diablos estás haciendo aquí?


Paula había ido a Londres para asistir a la boda de Iván, que incluso le había enviado un coche para que la llevara. ¡Y Pedro había elegido ese preciso momento para ir a Newcastle a buscarla! ¡A buscarla a ella! Durante unos segundos, no sabía si reír o llorar. Pero al momento se recuperó y supo lo que tenía que hacer. Sin más palabras, se dio media vuelta y abrió la puerta.


—¿Qué hay del cheque? —gritó Sandra. 


—Que espere. Envíamelo.


—¿Adónde?


—A Newcastle, naturalmente.


Sandra se volvió a Luciana.


—Newcastle debe ser un sitio increíble —dijo Sandra—. Quizá debiéramos abrir una oficina allí.




Pedro se sentó en el asiento de ventanilla de un vagón de primera clase con el periódico en la mano. Ahora tenía tres horas de espera en las que pensar en el futuro. Al marcharse, no había pensado en nada, sólo había sentido. No obstante, lo único que había hecho la semana anterior era pensar, pensar e intentar hacer lo que Paula quería, o lo que él creía que ella quería. 

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