lunes, 8 de agosto de 2022

Tú Me Haces Falta: Capítulo 64

Paula no parecía segura.


—Confía en mí, no pasa nada porque vayamos a comer con mi madre.


El conductor salió de la vía principal y Paula miró por la ventanilla.


—¿Adónde vamos?


—A un restaurante a la orilla del río cerca de Maidenhead. Tienen una comida exquisita. Te gustará.


—¿Cómo sabes que Iván va a estar allí?


—¿Iván? —Max empezaba a preguntarse si Paula no pensaba en otra cosa—. No, no va a estar allí. 


Al menos, eso esperaba Pedro. Entonces, al ver la confusión de Paula, añadió:


—Tropezarse con él dos días seguidos le daría que pensar, ¿No te parece? Y no quieres que crea que le estás persiguiendo, ¿O sí?


—Claro que no. Perdona, lo siento... No lo sentía tanto como él.


—Por el amor de Dios, Paula, deja de disculparte en todo momento. Debería haberte dicho adónde íbamos.


Pedro empezó a irritarse y los dos guardaron silencio. Veinte minutos más tarde, el coche se detuvo en una antigua posada al lado del río. No había fotógrafos a la puerta, el restaurante era sumamente exclusivo y a él le recibieron con deferencia. Pero Paula notó el bajo rumor que despertó su presencia mientras pasaban al lado de un mostrador de roble construido siglos atrás camino a una mesa cerca de una hoguera de leños. Y algunas cabezas se volvieron. Pero, a pesar de lo que Pedro le había dicho, sabía que no era por ella. ¿Qué ponía en el periódico que Marcela le había enseñado?: "Pedro Alfonso, que ha llevado una vida de ermitaño tras el fallecimiento de su esposa en un accidente de esquí, anoche fue visto en un famoso club de la ciudad acompañado de la señorita Paula Chaves. Antiguo playboy, a Pedro se le ha echado de menos en la vida nocturna de la ciudad, y esperamos que la influencia de la encantadora Paula haga que lo veamos con más frecuencia". Él se había descrito a sí mismo como un hombre con más dinero que sentido común, y el periódico había confirmado su reputación de playboy. Pero ahora Pedro se pasaba la vida trabajando, y no por dinero, sino para ayudar a las agencias internacionales de asistencia al tercer mundo. Su vida anterior, hubiera sido la que hubiese sido, había cambiado radicalmente. En ese caso, ¿Qué estaba haciendo allí con ella? Paula lo miró mientras Pedro le pedía al camarero un zumo de naranja para ella y un gin tonic para él. Las bebidas llegaron al mismo tiempo que la carta con el menú. Paula no tomó la suya.


—Será mejor que elijas la cena por mí ya que, esta noche, sólo estoy jugando a ser adulta sin serlo. 

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