miércoles, 10 de agosto de 2022

Tú Me Haces Falta: Capítulo 67

 —Aún no te he dado las gracias.


Pedro no sabía qué había esperado que dijera, pero no era gracias.


—No me las des todavía, no te estoy haciendo ningún favor.


Entonces, Pedro le miró la mano y ella la retiró inmediatamente. Y él tuvo que hacer un inmenso esfuerzo para no agarrarle la mano y decirle que estaba cometiendo el mayor error de su vida. Se resistió. Se había casado con Mariana a pesar de las advertencias de todos sus amigos y familia en contra de ello. Cuando no se pedía consejo, no se quería. Quizá Paula tuviera razón en lo de que almorzar con su madre no fuera buena idea. Quizá referente a su plan fuera buena idea. Y quizá él debiera acabar con aquello lo antes posible. 


—Perdóname un momento, Paula.


Pedro se sacó un bolígrafo del bolsillo y un diminuto cuaderno de notas. Escribió algo en un papel, lo arrancó del cuaderno y lo dobló. A continuación, miró al camarero.


—¿Podría darle esto a mi chofer, por favor?


El camarero se marchó con la nota y Pedro, por fin, levantó su tenedor, contento de ver que la mano no le temblaba. Era lo único en él que no temblaba.


—Y ahora, Paula, deja que te explique lo que es esto. Es una mezcla de faisán, conejo y paté con...


Paula, que había estado mirando al plato exquisitamente preparado para no mirar a Pedro, alzó por fin los ojos.


—La educación es algo maravilloso, ¿Verdad, Pedro? —observó ella con cinismo—. De no explicármelo, habría pensado que es un foi grass elegante con una especie de champiñones de acompañamiento.


—Y habrías estado en lo cierto —su temblor interno se intensificó, pero alzó la copa—. ¿Pax?


—Francés, latín... Desde luego, los playboys saben como entretener a las mujeres.


—Como te he dicho, estoy falto de práctica, Paula, pero haré lo quepueda.


¡Ya, falto de práctica! El coqueteo era algo natural en él, tan natural como respirar.


—En ese caso, Pax.


—Paula, háblame de tu hogar. De tu familia. Lo único que sé es que tu madre te trata como una niña.


—Mi madre trabaja en la biblioteca. Lleva una furgoneta llena de libros y va por las casas de los ancianos, repartiéndolos.


—¿Tienes hermanos?


—Tengo dos hermanos. Gonzalo tiene diecisiete años y está decidido a ser millonario a los veinte con los programas que está haciendo. A Sergio lo que le gusta es jugar al fútbol.


—Y quiere jugar en el Newcastle, ¿Verdad?


—¿En cuál si no? 

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