lunes, 27 de julio de 2020

Culpable: Capítulo 38

¿Qué significaba aquello?

–Tienes razón. Es muy tarde –dijo Pedro. Con eso, se dio la vuelta.

Para su propia consternación, Paula se sintió muy desilusionada.

El desayuno de la mañana siguiente estuvo lleno de silencios y de frases estereotipadas. ¿Qué le había pasado a Pedro? Él sabía muy bien lo que le había ocurrido. Llevaba deseando a Paula desde el momento en el que la vió, hacía ya tantos años. ¿Cómo podía haber estado tan cerca de tener relaciones sexuales con la mujer que había sido condenada por la muerte de su hermano? Un fuerte sentimiento de culpabilidad lo atenazaba. ¿Dónde estaba su lealtad familiar?

Desapareció en el momento en el que la tuvo entre sus brazos. Sin embargo, tenía la sensación de que, por fin, estaba empezando a desenmarañar el misterio de Paula Chaves. El enigma que llevaba años persiguiéndolo. Para su propia salud mental, necesitaba comprenderla. No era solo deseo lo que ella provocaba en él. Se había sentido furioso cuando comprendió que ella había sido atacada por un empleado de su familia. La necesidad de protegerla había sido tan fuerte como si ella fuera su responsabilidad. Su mujer. Las revelaciones del día anterior lo habían turbado profundamente. Durante años, había creído que Paula había orquestado la primera vez que se vieron. Era una coincidencia poco probable que él se encontrara con ella en su visita relámpago a Roma cuando ella ya trabajaba para su hermano. Cuando se supo la debilidad que Luca sentía por su au pair, el modo en el que ella parecía conseguir de él todo lo que quisiera, incluso regalos muy valiosos, no hacía falta ser un genio para deducir que ella había intentado lo mismo con Pedro. El día anterior, Paula había dicho que ella no había sabido quién era él hasta el juicio. Resultaba muy tentador pensar que ella mentía, pero ya no había razón para seguir creyéndolo. Además, había visto un dolor auténtico en su rostro cuando ella le preguntó por qué la había evitado. Pedro ya no sabía qué creer... ¿Sería posible que ella fuera inocente? Sintió que la sangre se le helaba en las venas. La idea de haberla juzgado tan equivocadamente, dejando que pagara por un delito que no había cometido, era insoportable. Miró hacia donde ella estaba sentada, mirando fijamente el desayuno como si fuera algo fascinante. Nunca antes se había negado a mirarlo a los ojos. Quería pedirle que lo mirara. Quería besarle los labios y desatar la pasión que habían experimentado el día anterior. Una criada interrumpió sus pensamientos.

–El correo, señor –le dijo mientras entraba en el comedor con un puñado de cartas. Para su sorpresa, colocó un sobre junto al plato de Paula.

–¿Para mí? –preguntó ella sorprendida–. Gracias.

¿Quién sabía que estaba allí? ¿Tal vez alguien con quien había estado hablando? Se obligó a tomar un sorbo de zumo de naranja para no preguntarle de quién se trataba. Paula deslizó un dedo bajo el sello del sobre y sacó una hoja de papel. Entonces, descartó el sobre. Fue entonces cuando Pedro vió un logotipo muy familiar. Pertenecía a la revista que había publicado la entrevista con la madrastra de Paula. Apretó la mandíbula y trató de contenerse. Evidentemente, ella estaba aprovechando al máximo sus oportunidades. Estaba aceptandosu hospitalidad mientras negociaba con la prensa rosa para obtener un mejor acuerdo económico. No debería haberle sorprendido. Sin embargo, ¿Por qué se sentía tan traicionado?

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