miércoles, 22 de julio de 2020

Culpable: Capítulo 26

Un día más tarde, Pedro estaba de pie junto a la ventana de su despacho. El sonido de unas carcajadas le había apartado de su ordenador. Sobre la zona pavimentada que había junto a las escaleras que llevaban a la playa, estaban Giuliana y Paula. Ella iba vestida de nuevo con su falda vaquera y su camisa azul. Se inclinaba para marcar las piedras con una tiza. A Pedro le resultaba imposible apartar los ojos de la tela vaquera que se le tensaba sobre el firme trasero.

–¿Me ha llamado, jefe? –le preguntó Adrián tras llamar a la puerta del despacho.

–¿Has visto con quién está jugando tu sobrina?

–Se llevan muy bien, ¿Verdad?

Pedro frunció el ceño.

–¿No te preocupa que Giuliana esté jugando con una mujer que estuvo en prisión por matar a un hombre?

Se produjo un largo silencio. Pedro se volvió a mirar a Adrián.

–El pasado, pasado está, jefe. Incluso el juez dijo que no fue premeditado. Además, ella adora a los niños. Todo el mundo lo ve. Mamma le deja jugar con Giuliana. No hay más que decir.

La mamma de Adrián era una mujer implacable, astuta y excelente juez de carácter. Llevaba siendo ama de llaves de los Alfonso desde hacía más de treinta años y, junto con Luca, había criado a Pedro tras la muerte de sus padres.

–Tal vez la signorina Chaves no es la mujer que usted cree.

Pedro se tensó. No necesitaba los consejos de Adrián, aunque fuera el mejor jefe de seguridad que había tenido nunca. No obstante, no podía desacreditar sus palabras. ¿Estaban hablando de la misma mujer que, años atrás, había sido acusada de seducir a su hermano casi bajo las narices mismas de su esposa? Si no hubiera experimentado de primera mano lo poderosa que era su estrategia de seducción, jamás habría creído que Sandro pudiera ser infiel. Entonces, ella solo tenía dieciocho años. ¿La habían cambiado los últimos años en la cárcel? Lo que él mismo había visto le recordaba a la muchacha que había llamado su atención, aunque era más dura y mucho más segura de sí misma.

La frustración se apoderó de él. No estaba acostumbrado a la incertidumbre, ni en los negocios ni con las mujeres. Normalmente, su instinto en ambos casos le funcionaba muy bien. ¿Estaba viendo lo que quería ver? Mejor aún, ¿Veía lo que ella quería que él viera? Una tensión desconocida se apoderó de Pedro. Ella había sido capaz de hacerle dudar donde antes había estado completamente seguro. ¿Por qué mantenía su inocencia después de tanto tiempo? Una vez más, recordó al inexperto abogado de oficio que la defendió. ¿Habría sido el veredicto diferente con un abogado mejor? La incomodidad se apoderó de él. Sabía que su curiosidad tenía tanto que ver con la atracción como con la necesidad de comprender. Su interés en todo aquello tenía que ver más con evitar que Paula Chaves fuera hablando de lo ocurrido y hacer daño así a su familia. Desgraciadamente, el asunto de había convertido en algo mucho más personal.

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