miércoles, 28 de noviembre de 2018

Una Noche Inolvidable: Capítulo 52

Tras unos segundos, Paula le acarició el pecho y susurró:

–Ha sido... increíble.

 –¿Mejor que nadar? –bromeó él.

–Desde luego –dijo ella, sonriendo y pasando la mano por la parte de delante del bañador de Pedro–. ¿Y ahora?

–Aquí no –dijo él, elevándola hasta sentarla en el borde de la piscina e impulsándose él a su vez–. Para la segunda vuelta, es mejor la cama.

–¿Va a haber más de una? –dijo ella, provocadora.

–Tantas como podamos –dijo él, besándola.

Paula no se arrepintió de haber cambiado de idea. Pasaban los días juntos gracias a que ella, con tal de tener un teléfono móvil y un ordenador, podía trabajar en cualquier parte. Así que llevaba al mediodía el almuerzo y se quedaba el resto de la tarde.Comían en el porche, o en el interior si hacía demasiado calor; Pedro le contaba lo que estaba haciendo y ella recuperaba para él recuerdos del pasado. Cuanto más hablaban, más consciente era de lo importante que la casa era para ella. En una ocasión le dijo que allí había empezado todo, que era el lugar en el que sus padres le habían trasmitido la importancia del amor, de la lealtad y del compromiso. Pero se guardó para sí que esos eran los valores que le gustaría compartir con él y con sus hijos.

–Así que es una casa muy importante para tí.

–Exacto. Aquí he pasado los momentos más felices de mi vida –Paula recordó el día en que apareció el sheriff para hablar con su madre y la sonrisa se borró de sus labios–. Y algunos de los peores.

Pero Pedro la besó y dijo:

–Haremos que solo queden los buenos recuerdos.

Pedro Alfonso la hacía feliz. Parecía gozar haciéndola reír, e incluso adivinaba las cosas que le importaban sin que ella tuviera que expresarlas. En una ocasión, ella le mencionó que le encantaba jugar en el porche trasero, bajo las ventanas de la cocina.

–Era mi sitio favorito –dijo–. Benjamín  prefería los árboles. Pero yo jugaba a colegios allí con mi amiga Sofía. Me dejaban estar sola porque a mi madre le bastaba asomarse a la ventana para verme. Resultaba extraño recordar a la famosa estrella de cine Alejandra Schulz comportarse como una madre normal, pero así había sido por un tiempo. Me gustaría hacer lo mismo con mis hijos –dijo, pensativa.

Al día siguiente, cuando llegó para comer, Pedro dijo:

–¿Por qué no vamos al porche trasero?

–Está hecho un desastre –dijo ella.

Porque lo había estado el día anterior. Pero cuando llegaron a la cocina, la puerta se abría a un porche de madera nuevo. Paula  dejó escapar un grito, posó la cesta en la mesa y corrió al exterior.

–Oh. Oh, ¡es maravilloso! –exclamó, mirando alrededor–. Y las escaleras...

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