viernes, 23 de noviembre de 2018

Una Noche Inolvidable: Capítulo 42

Tras una pausa, Pedro, dijo:

–Ya está –y al mismo tiempo descendió de la escalera con la destreza propia de los profesionales y alcanzó el pie antes de que Paula la soltara, de manera que esta se encontró con la nariz pegada al cuello de Pedro, y su cuerpo encerrado entre sus brazos. Justo donde quería estar.

Por un instante, ambos se quedaron paralizados. Luego Pedro apoyó la frente en un  peldaño y suspiró. El leve movimiento acortó aún más la distancia entre la piel sudorosa de su espalda y los labios de Paula. Ella la besó. Sabía a sal, a Pedro.Él se volvió bruscamente.

–¡Por Dios, Paula! –exclamó. Y, abrazándola, la besó apasionadamente–. ¡Lo sabía. Te lo dije! –dijo, alzando la cabeza y mirándola con ojos brillantes de triunfo.

Paula se aferró a la razón y sacudió la cabeza.

–No.

Pedro la sujetó por los brazos con fuerza.

–¿Cómo que no? Tú me has besado. Me deseas.

Paula no negó lo evidente.

–Nunca he dicho lo contrario. Te deseaba.

–Me deseas –le corrigió Pedro.

Paula apretó los labios.

–Sí –admitió–. Pero como te dije, quiero más que eso –y bajando la voz, añadió–: Y tú no.

Mirándolo fijamente, retó a Pedro a que la contradijera. Él apretó los dientes y tensó la mandíbula. Paula bajó la mirada a su pecho moreno, que se movía al compás de su respiración agitada. Lentamente, volvió a alzarla y Pedro se la sostuvo en silencio. Un silencio que para Paula fue tanto como una confirmación. En la copa de los árboles se oía el trino de los pájaros. El sonido lejano de una motocicleta irrumpió en la naturaleza. Apolo, a sus pies, jadeaba. Paula dió un paso atrás, suspiró y dijo:

–Tengo que marcharme.

Pedro relajó los hombros y, mirándola con expresión recriminatoria como si la acusara de haber hecho un movimiento de aproximación y haber cambiado de idea, abrió las manos que había cerrado en puños. Lo que no sabía era que Paula habría preferido no tener que tomar esa decisión.

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