lunes, 26 de noviembre de 2018

Una Noche Inolvidable: Capítulo 49

Había llevado los sándwiches y la manzana que él había preparado, pero, además, añadió una ensalada de patata, té helado y un par de cervezas.

–No estaba segura de lo que solías beber –explicó–. Así que he traído las dos cosas.

Había despejado la mesa de herramientas y había puesto platos de cartón y cubiertos. Pedro se sentó frente a ella entre divertido y perplejo. La única referencia a la noche anterior que hizo Paula fue decir que había hablado con su madre.

–Está encantada con la reforma –dijo con ojos brillantes–. Pero supongo que ella misma te lo dijo.

Pedro pensó que no habían mencionado la casa, y que a Alejandra solo le había interesado saber dónde estaba Paula. Pero eso habría significado explicar por qué había ido allí en primer lugar, y Pedro prefería evitar el tema. Así que asintió y dio un bocado a un sándwich seguido de un trago de cerveza. Después de todo, era sábado.

-¿Vas a trabajar todo el día? –preguntó ella.

–¿Se te ocurre algo mejor? –preguntó, seguro de que Paula se incomodaría.

Pero ella se limitó a decir:

–Estaba pensando en ir a la playa.

–¿Con tu novio? –dijo Pedro sin pensarlo.Edie lo miró desconcertada.

–¿Te refieres a David? –sacudió la cabeza–. No, pensaba ir sola. A no ser que quieras acompañarme.

Hizo la invitación como de pasada, y luego fue a servirse un vaso de agua al fregadero. Pedro titubeó.

–No me importaría –dijo finalmente–. Pero antes tengo que terminar algo. ¿Qué te parece en una hora?

–Perfecto –Paula sonrió y empezó a guardar las cosas en la cesta.

Pedro terminó la manzana y la cerveza y fue hacia la puerta para seguir trabajando. Pero antes de salir, dijo:

–Gracias por el almuerzo –tras una pausa, añadió–. ¿Qué ha cambiado?

Paula metió el cuenco de la ensalada en al cesta antes de mirarlo.

–¿A qué te refieres? –dijo con fingida inocencia.

Pedro la presionó.

–Hasta ahora has intentado evitarme. Hoy, no.

Paula sonrió con dulzura y bajó su cálida mirada, Pedro sintió que le subía la temperatura.

–Tienes razón –dijo ella–. Ya no.

–Porque... –Pedro intentó que continuara con una explicación.

Paula se encogió de hombros y se humedeció los labios.

–Porque solo tengo una vida –dijo con voz queda.

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