miércoles, 7 de noviembre de 2018

Una Noche Inolvidable: Capítulo 12

–Veamos las obras –dijo, y comenzó a hablar en detalle de la estructura del edificio. Al cabo de un rato, observó que Paula lo miraba con ojos brillantes, y se detuvo–: ¿Qué?

–¿De verdad sabes todo eso? –preguntó ella con genuina admiración.

Pedro rió.

–Es a lo que me dedico. Por eso estoy aquí.

–Creía que habías venido por la boda.

–No. Estoy aquí para restaurar la torre del este.Y la sonrisa que quería ver, iluminó el rostro de Paula.

–¡Qué maravilla! –exclamó ella–. ¡Cuéntamelo todo!

Pedro pensó que solo se trataba de amabilidad, pero a medida que encendió luces y fue mostrándole las distintas habitaciones, contándole historias de cada una, explicándole los cambios realizados, ella fue mostrando más y más interés. En lugar de parecerle un aburrimiento, como a su hermana, hacía preguntas incisivas. En cierto momento, Paula le comentó que había estudiado Historia y que le habría gustado ser profesora.

–Un trabajo muy distinto a ser la mánager de tu madre, ¿No?

Paula hizo una mueca.

–Ya sabes, como dice Alejandra, la vida pasa mientras uno hace planes.

Pedro se preguntó a qué planes se referiría, pero prefirió no preguntar.

–¿Alguna vez te ha tentado dedicarte a la interpretación? –preguntó en cambio.

–Jamás. No es mi estilo –dijo ella, sacudiendo la cabeza enfáticamente.

–Pero trabajas en ese mundo a diario.

–Solo en la parte de negocio, no me interesan ni el glamour ni el mundo de las estrellas –dijo ella con vehemencia.

–¿No te gustaría actuar?

–No. Creo que ser honesto es más difícil. Y si actúas todo el tiempo, puedes olvidar quién eres de verdad.

Dado que su madre era un icono del cine americano, Pedro supuso que había reflexionado mucho sobre el tema. Como si se diera cuenta de que su respuesta había sido muy emocional, Paula sonrió y se encogió de hombros para añadir:

–Prefiero estar tras la pantalla, eso es todo.

–Como yo –al ver que Paula lo miraba sorprendida, Pedro aclaró–: Cuando trabajo, lo único que importa es el edificio, no la persona que lo posee.

Paula se quedó pensativa antes de decir:

–Entiendo.Has hecho un trabajo increíble. No se distingue lo antiguo de lo nuevo.

–Como debe ser.

–¿Por dónde empiezas?

–Lo estudio detalladamente, me empapo de su historia y me instalo a vivir en él.

–¿Así que es verdad que también restauras el dormitorio?–dijo ella, sonriendo.

–Por supuesto –Pedro indicó una puerta al fondo del vestíbulo–: Ahí está mi cueva.

Paula la miró y se volvió de nuevo hacia él.

–¿Cuándo se construyó la torre?–Se añadió al castillo en el siglo XIII, como puesto de observación y alojamiento de los soldados que lo protegían de posibles invasores.

–¿Quién se interesaría por un castillo tan pequeño?

–Por aquel entonces la familia tenía muchas posesiones y extensos terrenos de cultivo. Además, hay arroyos y ríos. Era muy codiciado y muchos señores feudales intentaron arrebatárselo a la familia real, pero todos fracasaron.

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