viernes, 9 de noviembre de 2018

Una Noche Inolvidable: Capítulo 17

–No suele ser tan sencillo –dijo él. Pero Paula no estuvo segura de a qué se refería. Entonces él añadió–. Yo no pretendo nada más.

–¿Nada más que sexo? –dijo ella, hablando con pasmosa claridad.

Pedro apretó los dientes como si oírlo expresado tan crudamente lo perturbara, pero asintió.

–Exactamente.

Así que nada de cuentos de hadas, pensó Paula. Aunque en realidad, tampoco era eso lo que ella buscaba. ¿No era mejor ser franco que mentir? De haber sido tan honesto, Kevin Robbins no le habría hecho creer años atrás que deseaba algo más que sexo, ni ella habría albergado sueños de boda.

–No quiero una relación –continuó explicando Pedro–. Solo una noche.

–¿Esas son las reglas? –preguntó ella, sonriendo.

Él asintió.

–Así es.

Se miraron fijamente, sin fingida dulzura.

–Está bien –dijo ella, aunque todavía estaba intentando asimilar las implicaciones de lo que iba a hacer.

–¿Estás segura? –preguntó él con incredulidad.

–Te aseguro que no espero una propuesta de matrimonio –dijo ella, cortante.

Pedro se pasó unamano por el cabello.

–Me alegro –dijo, aliviado–, nunca volveré a hacerla.

–Puede que algún día...

–No –dijo él con firmeza–. Nunca.

Paula se guardó la opinión de que sentía lástima de él. Ella había amado a Rodrigo con todo su corazón, pero jamás juraría que nunca volvería a enamorarse o a casarse. De hecho, lo que estaba sucediendo era una buena muestra de cuánto podían cambiar las cosas en cuestión de minutos. Hacía dos horas no había tenido el menor interés en ningún hombre y en aquel instante estaba contemplando la posibilidad de acostarse con uno al que acababa de conocer. En parte, evidentemente, porque la atraía. Pero sobre todo porque temía cometer un error aún mayor con un Kevin  Robbins recientemente divorciado. Una noche con Pedro era preferible desde cualquier punto de vista.

–Si no te interesa, lo entenderé perfectamente –dijo Pedro.

–Sí me interesa –dijo ella–. Una noche nada más. Yo quiero lo mismo –Pedro la miró fijamente y ella le sostuvo la mirada–. Sé lo que estoy haciendo. ¿Tú? –preguntó, retadora.

Por lo visto sí lo sabía, porque en una fracción de segundo recorrió la distancia que los separaba y la atrapó entre sus brazos. El cuerpo de Paula respondió al instante, relajándose contra el de él. Sus ojos se cerraron y entreabrió los labios, qué él besó con exigente fiereza. Le había dicho que la deseaba y aquella era la prueba. Como ella lo deseaba a él. No era Rodrigo, porque este se había ido para siempre; ni Kevin, afortunadamente. Era Pedro y solo compartirían una noche. Por una noche sería suyo, y no pensaba arrepentirse.

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