viernes, 16 de noviembre de 2018

Una Noche Inolvidable: Capítulo 31

–Creía que te parecería imposible –luego, perdiendo la sonrisa, preguntó–: ¿Y eso qué quiere decir?«Que podemos hacer el amor aquí mismo», pensó Pedro, pero dijo:

–Que tengo que redactar el proyecto, hablarlo con Alejandra y ponerme a trabajar.

–Entonces... ¿Vas a quedarte un tiempo? –Paula no parecía entusiasmada.

–Así es –dijo él con firmeza.

Paula sonrió, pero sus ojos no se iluminaron.

–Ah, estupendo.

–¿No quieres que recuperemos la casa?

–Claro que sí... Es... genial –balbuceó ella.

–¿Y por qué no te invito a cenar para celebrarlo? –preguntó Pedro.

Paula abrió la boca, pero no consiguió articular palabra.

–¿A celebrar qué? –preguntó finalmente.

–Que la casa se puede restaurar, que voy a pasar un tiempo aquí, que vamos a estar juntos –concluyó Pedro intencionadamente, mirándola con intensidad–. ¿No crees que vale la pena celebrarlo?

Pedro vió que Paula tragaba saliva. Luego, ladeó la cabeza y respiró.

–Sí, claro –tomó aire y le dedicó una sonrisa crispada–. Me parece bien.

–¿Bien? –Pedro la miró entornando los ojos con sorna–. ¿Bien?

Paula se encogió de hombros y mantuvo la misma sonrisa superficial que hizo recordar a Pedro a la que desplegó al volver junto a él en la boda y pedirle que le enseñara sus trabajos de restauración. También había estado tensa entonces, pero en aquella ocasión intentabaevitar al rubio de oro y las manipulaciones de su madre. ¿Qué la ponía nerviosa en ese momento? ¿Estaba insegura? ¿Prefería no estar con él? Pedro frunció el ceño, preguntándose si habría olvidado lo bien que lo habían pasado, y diciéndose que, si era así, tendría que recordárselo.

–Tengo que ir a cambiarme –dijo ella, alejándose hacia la verja.

–Por mí no te molestes –bromeó él.

Paula se ruborizó, así que Pedro dedujo que no había olvidado. Aun así, la mirada que le dirigió fue de incomodidad.

–Si vamos a salir, debo ducharme y lavarme el pelo.

–Si prefieres, podemos quedarnos en casa y celebrarlo aquí –a Pedro se le ocurrían muchas maneras de celebrar que no implicaban que Paula  tuviera que vestirse.

–Prefiero salir.

–Muy bien. Yo me daré un baño y te iré a buscar dentro de una hora.

La velada transcurrió como una cita en toda regla.

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