lunes, 11 de junio de 2018

No Estás Sola: Capítulo 51

La mano de Pedro no tenía la firmeza acostumbrada cuando quitó la cafetera para sacarla al salón. Paula llenó el azucarero y la jarrita de leche y salió detrás de él.

—Una taza más, y los dejamos en paz —dijo Pedro—. Ha sido un día agotador.

Paula casi se atragantó al pensar en el origen del agotamiento.

—Esa historia del tráfico de niños ha debido ser dura para tí —dijo Jimena, que había obtenido su propia conclusión—. Pablo y yo hemos hablado de ello, y los dos creemos que te merecerías un premio por ese trabajo.

—Ver a esos niños reunidos con sus verdaderas familias es premio más que suficiente —contestó Pedro—. De todos modos, una gran parte del trabajo de investigación lo hizo mi informador del hospital. Sin esa persona, habría tardado muchísimo más en reunir los datos necesarios.

—¿Ya han concluido el caso?

—Estará años en los tribunales —contestó, tras negar con la cabeza—. Además, aún me quedan un par de ángulos que estudiar. Ya se enterarán cuando se haga público. Solo entonces tendré la sensación de haber terminado mi trabajo como periodista.

—Debes estar muy orgulloso.

—Lo estaré cuando los culpables paguen por lo que han hecho.

Paula puso una mano en su brazo.

—Yo sí que estoy orgullosa de él, lo mismo que los padres de los niños que ha conseguido localizar.

Jimena añadió azúcar a su café y se quedó pensativa un instante.

—Debe ser durísimo para esos niños que de pronto los padres que han conocido hasta ese momento dejen de serlo, y que se lo lleven a casa de otras personas que son extraños para ellos.

—Es algo muy traumático —contestó Pedro, recordando las escenas que había podido presenciar—. El periódico ha puesto a disposición de las familias ayuda profesional para que las ayude a asimilar la nueva situación, pero tardarán un tiempo.

Jimena pasó un plato de dulces de chocolate caseros, pero Paula negó con la cabeza.

—Me he pasado con tu maravillosa cena.

Ya no trabajaba como modelo, pero seguía siendo la imagen pública de Model Children.

—Me alegro de que te haya gustado. No es corriente que tengamos famosos a cenar.

—Paula sí que es una celebridad, pero yo soy solo un periodista. A veces la fama forma parte del trabajo, pero afortunadamente no quedará ni rastro dentro de poco.

—No hay posibilidad de que los niños sean entregados ahora a una familia equivocada, ¿No? —preguntó Pablo.

Paula se quedó inmóvil, mirando a Pedro, y éste movió la cabeza.

—Claro que no. Esos criminales no se merecen tener hijos.

—Pero ¿Y si eran inocentes, como dice una de las parejas? —preguntó Paula—. En tu artículo, una de las mujeres que recibió uno de los bebés robados dice que no sabía lo que había hecho su marido, y cuando descubrió que su hijo había nacido enfermo y que le habían entregado el de otra persona, se quedó destrozada.

Pedro parecía poco convencido.

—No puedo creer que sea tan inocente como dice. Una madre reconoce a su hijo, ¿No?

—Puede que sospechara que algo no iba bien, pero los recién nacidos se parecen todos mucho. Por eso en los hospitales los identifican nada más nacer —contestó Paula, pensando en los recién nacidos que había visto antes de que la sacaran de la planta de maternidad. Todos llevaban etiquetas identificativas en la muñeca y el tobillo.

Pedro frunció el ceño.

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