lunes, 31 de julio de 2023

Loca Por Tí: Capítulo 57

Siempre había tenido mucho poder sobre ella. Paula había admitido que no había sido una buena esposa. En el mundo de verdad mandaban los hombres, o sea, él. No había tardado mucho en aprender cómo controlarla, una mujer demasiado amable, tierna y sensible. Siempre había huido del conflicto. Marcos pensó que eso se lo tenía que agradecer al bastardo de Alfredo Chaves. Paula le tenía terror, como casi todo el mundo.


Marcos esperó al piloto junto a la avioneta. No le gustaba nada volar en aquel tipo de aeronaves tan pequeñas porque le parecían peligrosas, pero no había tenido más remedio. Al llegar, vio que en el aeródromo de Kooraki no había nadie. Lo que sí había eran dos helicópteros y un jeep con las llaves puestas. Claro, ¿Quién lo iba a robar? Los Chaves eran los amos y señores de aquellas tierras. Así que dejó la maleta en el asiento de atrás y se puso al volante. Qué gran regalo, así no tendría que ir andando a la casa, que estaba bastante lejos. Lo tenía todo planeado. Sabía que el argentino seguía allí como huésped de honor mientras Miguel y Alejandra Chaves se habían vuelto a Sídney. Karen lo tenía bien informado, como de costumbre. Qué pena que no fuera más guapa. Era atractiva a su manera, pero aquel rostro tan anguloso no le gustaba en absoluto. Karen Devereaux era una auténtica zorra. Odiaba a Paula y a él le había venido muy bien aquellos años para obtener información cuando la había necesitado. La idea de Marcos no era enfrentarse a su esposa, claro que no, sino ganarse a Alfonso, lograr ponerlo de su lado. A lo mejor, ella no había hecho nada malo. A lo mejor, el argentino tampoco. Pero, para acabar cuanto antes con su historia, lo mejor era recordarle a Pedro Alfonso que Paula seguía siendo una mujer casada, que él era la parte que peor salía parada de todo aquello, que llevaba mucho tiempo sufriendo, que ella le había hecho pasar un gran tormento… Y él lo había aceptado todo porque la amaba, la quería por encima de todo, era su vida y no podía seguir sin ella. Se le daba bien convencer a los demás y lo sabía. De hecho, era un genio. Era un hombre con una misión: Recuperar a su esposa. No iba a permitir que nadie se la arrebatara y, menos que nadie, un gigoló sudamericano. El ama de llaves le dio la bienvenida en la puerta principal. Bueno, dar la bienvenida no fue exactamente lo que hizo aquella mujer de pelo y piel oscuros. Más bien, lo miró de arriba abajo en actitud desafiante. Habría que despedirla.


–La señora Paula no está –le dijo.


A Marcos se le pasó por la cabeza darle un empujón y entrar. No era la primera vez que se veían y no se gustaban.


–No pasa nada –contestó tan tranquilo, como si tuviera todo el tiempo del mundo–. ¿Dónde está? Perdone, no recuerdo su nombre, señora…


El ama de llaves no se lo dijo. ¿Aquella imbécil no sabía comportarse o qué?

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