lunes, 24 de julio de 2023

Loca Por Tí: Capítulo 42

 –¿Esperabas que te lo tirara a tí? –le contestó con cierta ironía.


–¡No, no, qué va! –exclamó Karen–. Yo no tengo ninguna prisa por casarme. Lo que quiero decir es que Paula ya está casada. En Australia, el asunto del divorcio está muy normalizado. Para considerar que estás divorciada, tienes que llevar un año y un día separada de tu marido. Para qué habrán puesto lo del día, me pregunto… Bueno, en cualquier caso, tiene que pasar ese tiempo para que puedas pedir el divorcio. No sé si lo sabes, pero ese tiempo no ha transcurrido todavía.


–¿Por qué me cuentas todo esto? –le preguntó Pedro mirándola fijamente y deseando alejarse de aquella mujer.


Karen forzó una risa.


–¡Fíjate que se me había pasado por la cabeza que Paula y tú estaban a punto de tener una aventura!


Pedro se dió cuenta de que las intenciones de Karen no eran buenas.


–¿De verdad? ¿Y a tí qué más te da? Lo digo porque no es asunto tuyo –le espetó.


Karen se dió cuenta de que estaba enfadado.


–Sí, sí es asunto mío. Es asunto mío porque me preocupo por mi prima… Y por Marcos, por supuesto. Su marido la adora.


–Parece ser que ella no opina lo mismo –contestó Pedro con sarcasmo.


–Todos los que los conocemos lo tenemos clarísimo –insistió Karen–. Marcos besa por donde ella pisa. Es su princesa.


–Entonces, me estás diciendo que el divorcio es culpa de Paula, ¿No?


Karen suspiró.


–¿Quién ha hablado de culpa? No, yo no he dicho eso, pero Paula es una criatura frágil. Siempre lo ha sido.


–Entonces, necesitará a su lado a un hombre fuerte, un hombre de verdad y no a tu Marcos –sugirió Pedro poniéndose en pie–. ¿Te ayudaría saber y aceptar que no puedes soportar los celos que tienes de Paula? Es una mujer bellísima que está pendiente de los sentimientos de los demás en todo momento. Me atrevería a decir que antepone el bienestar ajeno al propio.


Karen se puso en pie también. Estaba muy sorprendida por la reacción de Pedro.


–No la conoces apenas. No deberías opinar. Yo solo quiero evitar que cometas un gran error.


–Tú lo que quieres es hacerle la vida imposible –sentenció Pedro– . Si me disculpa, señorita Devereaux, me voy a bailar con Paula.


–Me quedo con la conciencia tranquila. He hecho lo que he podido –se despidió Karen.


–Pues mejor no haga nada porque ya somos mayorcitos y sabemos cuidarnos solitos –le dijo Pedro antes de alejarse.


Karen se sonrojó y se giró. Sentía una rabia ciega dentro de sí. Paula se las iba a pagar todas juntas aunque fuera lo último que hiciera en la vida. No sabía por qué, pero lo cierto era que siempre había sentido la necesidad de quitarle algo a su prima, de despojarla de lo que tenía. Y ahora sentía la imperiosa necesidad de arrebatarle la posibilidad de tener algo con aquel argentino arrogante y guapo. ¡Y pensar que a ella también le había gustado! Sí, era cierto, pero ahora lo odiaba. Pocos hombres la intimidaban, pero Pedro Alfonso la intimidaba.

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