viernes, 28 de julio de 2023

Loca Por Tí: Capítulo 51

 –Quiero que seas feliz. Rezo para que lo seas porque te lo mereces. Eres una mujer de gran belleza interior y exterior. Además, eres una hija maravillosa. No permitas que Marcos te intimide. Sé que te ha manipulado en el pasado aunque tú no hayas dicho nada. Gonzalo y Brenda estarán de vuelta para cuando se cumpla su separación legal, el año y un día que marca la ley. Además, nos tienes a mí y a tu padre. Seguir casada con un hombre al que no amas es una tortura, nosotros te comprendemos y te apoyamos. El divorcio es ya casi un hecho, sigue adelante. Ya casi lo tienes, casi has conseguido salir de esto.


–Casi, mamá –contestó Paula con una sonrisa un tanto melancólica.


Tenía que ir a buscar a Pedro. Tras despedir a sus padres, habían comido juntos y habían quedado para ir a visitar ciertas zonas de la propiedad por la tarde. Paula estaba viviendo momentos eufóricos y tenía la sensación de que el universo entero había cambiado. Claro que tampoco le extrañaría que todo volviera a como era antes, pues las historias de amor siempre empezaban teniendo muchas esperanzas y, a veces, no se cumplían. Le había pasado incluso con Pedro. Claro que con él no había sentido nunca euforia, había tenido esperanzas, sí, pero euforia nunca. Pensó en llevar a Pedro a ver Malyah Man, una formación rocosa sagrada para los aborígenes. Era un lugar precioso, la piedra medía más de dos metros y era una cabeza aborigen. Se parecía a las de la Isla de Pascua. El lugar estaba en el interior y a Paula siempre le había llamado poderosamente la atención. Incluso la sobrecogía un poco, pero, aun así, le gustaba. Cambiaba de color según le diera la luz del día. A mediodía era de un rojo intenso que se iba tornando marrón a medida que entraba la tarde. Al atardecer, era de un morado precioso. Ella había visto la formación en todos sus colores. Nadie sabía por qué estaba allí sola, en mitad de la nada. Encontró a Pedro en la despensa, agachado frente a un cajón.


–Ven, acércate –le dijo.


Paula lo miró y le pareció que estaba más guapo que nunca. ¿Qué haría si desapareciera de repente de su vida? «Todo tiene un precio», se dijo. Lo sabía perfectamente. Quizás tuviera que pagar el precio del dolor cuando se produjera la separación aunque no se había acostado con él como sospechaba su madre. Después de la pasión de la noche de la boda de su hermano, habían estado todos los días con sus padres y habían tenido que mantener las distancias. Pero ahora estaban solos.


–¿Qué buscas? –le preguntó.


–Necesito una linterna –contestó Pedro–. La más potente que tengan.


–Están en el cajón –le indicó Paula señalando el lugar en cuestión–. Las tienes de todos los tamaños y potencias.


–¡Esta! –exclamó Pedro.


Al ver que se trataba de una linterna resistente al agua, Paula comprendió para qué la quería.


–¿No irás a entrar en la cueva? –se alarmó.


–Tranquila, Paula, voy a tener mucho cuidado –la tranquilizó Pedro acercándose y tomándole el rostro entre las manos.

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