lunes, 24 de julio de 2023

Loca Por Tí: Capítulo 45

Paula deseaba que el tiempo que le quedaba para poder presentar la demanda de divorcio pasara cuanto antes, pero todavía tenía unos meses por delante y tenía al enemigo metido en casa, su prima Karen. Por alguna extraña razón, Marcos quería que volviera con él. Debía de ser por su afán de controlarla. Sí, hasta a los mejores hombres les gustaba controlar a las mujeres. Si se arriesgaba a tener una aventura con Pedro, podía pagar un alto precio. «¡Pero merece la pena!», se dijo. Sin hacer ruido, tomó las escaleras de atrás para que nadie la viera. ¿Por qué se estaba arriesgando tanto? Estaba jugando con fuego. Estaba descontrolada. Sabía que Pedro no se había acostado. Aunque se habían dado las buenas noches hacía media hora, seguía habiendo luz en su habitación. Lo sabía porque se colaba por debajo de su puerta. Se quedó parada en el pasillo, mirando el suelo iluminado. Reinaba el silencio. Todo el mundo dormía. Se acercó de puntillas a la puerta de la habitación de Pedro. Solo se oía el rumor de la falda de su vestido al rozarle los tobillos. El corazón le latía desbocado y se tuvo que apartar el pelo de la cara varias veces. «Pero ¿Qué estoy haciendo?». Aquella pregunta llegada desde lo más profundo de su cabeza la hizo dar un paso atrás. «Todavía no tengo el divorcio de Marcos». Se quedó parada. «Si me pillan y me castigan, lo tendré bien merecido». En ese momento, como dejándose llevar por un bien agudo sexto sentido, Pedro abrió la puerta, la tomó entre sus brazos y la hizo pasar a su habitación. Paula sintió un escalofrío por todo el cuerpo, un escalofrío exquisito, y comenzó a sonrojarse de pies a cabeza. Se sentía radiante, intoxicada, temerosa.


–Pedro, ¿Qué haces? –le preguntó con voz trémula.


–Esperarte. ¿Qué iba a hacer? –contestó él mirándola de manera inequívoca.


Paula llevaba el pelo suelto de manera sensual, lo miraba con los ojos muy abiertos y le latía el pulso en la base del cuello, lo que lo excitaba sobremanera.


–¡Dios mío, esto es una locura! –murmuró Paula.


–Sí, pero es mucho mejor que no hacer nada –contestó Pedro estrechándola entre sus brazos–. Mis padres se dejaron llevar cuando eran jóvenes por una locura parecida, pero ellos lo llamaban «Amor».


A Paula se le pasaron varias palabras de protesta por la mente, pero no verbalizó ninguna. Sabía perfectamente que estaba jugando con fuego y que tenía que tener cuidado, pero no podía pensar con claridad cuando estaba cerca de él, así que elevó el rostro como una flor que quiere que el sol la bañe.


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