lunes, 10 de julio de 2023

Loca Por Tí: Capítulo 17

 –Este lugar debía de ser muy importante para ellos –comentó–. Es extraordinario.


–Sí –le aseguró Paula–. Muy poca gente tiene ocasión de verlo. No es un lugar sagrado, pero hay que protegerlo. Esa es nuestra misión.


–Pues muchas gracias por traerme, por permitirme entrar – contestó Pedro dando una vuelta por la cueva y hablándole de la cultura inca originaria del Perú.


–Siempre he querido ir a Sudamérica –le confesó Paula–. Sobre todo, desde que mi hermano fue y volvió admirado. Tú le llevaste al Machu Pichu, ¿No?


–Sí, el Machu Pichu –suspiró Pedro–. Es una ciudad sagrada. Hay que ir, por lo menos, una vez en la vida. Cuando vengas a Argentina, te llevaré a tí también –le prometió girándose repentinamente hacia ella para hablarle al oído–. Y te enseñaré a bailar el tango.


–Seguro que lo bailas de maravilla –contestó Paula sintiendo que enrojecía.


–Por supuesto.


En el interior de la cueva había tanto silencio que era como si estuvieran en una catedral. Pedro se quedó mirando hacia el pasadizo, como dudando si aventurarse más adentro o no.


–¡No, Pedro! –exclamó Paula leyéndole el pensamiento–. No hay mapas de los pasadizos. No sabemos siquiera si hay otras salidas. No eres Indiana Jones.


–No, no soy Indiana Jones, pero he estado en sitios peores – contestó Paula en tono divertido–. ¿Te da miedo que quiera explorar la cueva?


–Me da miedo perderte –confesó Paula.


–Eso no va a suceder, te lo aseguro –contestó Pedro con seguridad.


–Será mejor que salgamos a la luz.


–Pero si acabamos de llegar –protestó Pedro–. Seguro que hay mil pasadizos para explorar…


–Hay muchos en esta zona –admitió Paula–. Gonza ha entrado varias veces, pero siempre se ha tenido que salir. Dice que hay trozos donde solo se puede avanzar a rastras y confieso que tengo un poco de claustrofobia.


–No hay motivo para tener miedo, Paula –intentó tranquilizarla Pedro acercándose a ella.


–No tengo miedo, pero estoy preocupada.


Pedro sonrió de manera peligrosa.


–¿De perderte? –le preguntó tomándole el mentón con dos dedos–. ¿Estás luchando contra la atracción?


–¿Qué atracción? –contestó Paula intentando negar lo obvio.


–La que sentimos el uno por el otro –contestó Pedro–. ¿Te parece que es inevitable que quiera besarte?


–No lo hagas –murmuró Paula negando con la cabeza.


–Me da la sensación que estás sufriendo.


–He sufrido durante años –admitió Paula.


–Entonces, te mereces empezar de nuevo. Así de sencillo.


El tono de voz que había empleado hizo que a Paula comenzara a darle vueltas la cabeza. Sintió los brazos de Pedro alrededor de su cuerpo. Ningún hombre la había abrazado así. No se podía apartar. De todas formas, no se quería apartar. No sabía por qué estaba permitiendo aquel comportamiento. No era el momento de analizar la situación, no quería hacerlo. La conexión que había habido entre ellos desde el principio era inexplicable.


–Me encanta tu boca –dijo Pedro–. Es imposible que no quiera besarte –añadió acariciándole el labio inferior con la yema del dedo pulgar.

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