viernes, 14 de julio de 2023

Loca Por Tí: Capítulo 29

A Paula le pareció que los ojos de su prima brillaban de manera especial y se dijo que tramaba algo. Seguro que no tardaba en averiguar de qué se trataba. Karen se sentó con su familia, con Miguel y Alejandra, los padres de Paula, la propia Paula, Brenda y sus padres, que no parecían muy dados a los deportes y mostraban cierta preocupación ante el peligro que entrañaba el polo. Lo único que les preocupaba era que uno de los jugadores perdiera el control del caballo y cayera sobre ellos.


–Has hecho un gran trabajo –le dijo Brenda a su amiga.


–Estoy contenta de cómo ha quedado todo –contestó Paula mirando a Pedro, que iba a lomos de César, su caballo.


Por el rabillo del ojo vió que Karen lo saludaba como si fuera su caballero y estuvieran en un torneo medieval. Paula se fijó entonces en su hermano, que los estaba mirando y saludando con la mano y que se rio cuando Brenda se puso en pie y agitó un pañuelo rojo. Brenda y ella se rieron. Iba a ser un día estupendo. Paula había hecho que todo estuviera pintado con los colores de ambas banderas, incluso los carteles que indicaban dónde estaban las mesas con comida y bebida. Las vallas bajas que enmarcaban el lugar habían sido pintadas de blanco. Ya habían decidido los períodos de juego. Seis tiempos de siete minutos cada uno. Gonzalo y Pedro tenían dos buenas monturas, ambos eran caballos de buen temperamento, mucha velocidad, nervios de acero y buena maniobra. Gonzalo estaba familiarizado con el suyo y Pedro había estado entrenando con el que había elegido para acostumbrarse a él. Dos miembros del equipo de Gonzalo habían llevado seis caballos con idea de poder cambiar de montura si el animal se cansaba. Paula conocía a todos los jugadores. Los había visto jugar muchas veces y sabía que eran muy buenos. El equipo de Gonzalo, todos procedentes de la zona interior de Australia, no iban a permitir que los argentinos les ganaran. Normalmente, el mejor jugador de un equipo lucía el número 3. Solía ser el líder en cuanto a táctica y el mejor lanzando la pelota. Tanto Gonzalo como Pedro llevaban un 3 a la espalda de sus camisetas, que llevaban sobre las mangas blancas y con las botas negras y lustrosas. Todos los jugadores llevaban cascos protectores, pues el polo entrañaba su peligro ya que los jugadores llevaban mazos de madera.


–¡Qué bien les quedan los uniformes! –exclamó Moira haciendo reír a los que estaban a su alrededor.


El público que se había congregado estaba de buen humor y la gente hablaba y reía. Pronto quedó claro que los números 3, los que mejor handicap tenían, los que mejor pegaban a la pelota, los que mejor montaban, eran los mejores jugadores. Ninguno de los dos estaba dispuesto a ceder ante el otro. El nuevo, el argentino, estaba resultando un gran estímulo para los locales.

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